medieval.org
Hispavox HHS 10.397, 1971
Hispavox 530 40 3014-1, 1986
EMI CLASSICS 7243 5 67051 2 8, 1999
[A]
1. Dum Paterfamilias [4:03]
cc 117
himno jacobeo del Códice Calixtino, transc. E Goicoechea
2. Como sofre mui gran coita
[1:46] CSM 278
cantiga nº 278 de Alfonso X, El Sabio, a la Virgen de de
Vila-Sirga;
transc. H. Anglés
3. Romance de Don Gaiferos de
Mormaltán [4:02]
popular
4. Romerico tú que vienes
[2:23] Juan del ENZINA
5. La calabaza. “Yo vendí mi calabaza”
[1:45] [“Je vendis ma callebase”]
6. “Cuando llegamos a Santo Domingo”
[1:31] [“Quand nous fûmes à Saint-Dominique”]
[B]
7. La grande chanson des pelerins
[3:46]
8. A romeira. “A la virgen peregrina” [1:08]
canto popular gallego
9. La pernette [3:38]
(5-9: popular - arm.: E. Goicoechea y A. Celada, Pbro.)
10. La peregrina [1:41]
canto popular maragato
11. Los moros [3:16]
romance popular jacobeo sobre Clavijo
12. Meu romeiro [2:14]
E. Goicoechea
ESCOLANÍA Y “SCHOLA” DE LA ABADÍA DE SANTA CRUZ DEL VALLE
DE LOS CAÍDOS
Solista soprano: F. Javier Ibáñez Elizalde
Directores: LEONCIO DIÉGUEZ, O.S.B. y LAURENTINO SAENZ DE
BURUAGA, O.S.B.
CUARTETO RENACIMIENTO
Ramón Perales, viella de discanto
Vicente Cueva, viella alto
Carol Donnelly, viella tenor
José González del Alma, viola de gamba bajo
GRUPO DE INSTRUMENTOS ANTIGUOS
Rodrigo de Zayas, laúd renacentista
Antonio Arias, flautas soprano, alto y tenor
Alvaro Marías, flautas alto y tenor, percusión
Miguel Borja, dulzaina
Victorino Pastor Alonso, tamboril y flauta maragatos
Director: RAMON PERALES
Selección y asesoramiento musical:
EUSEBIO GOICOECHEA ARRONDO
(Jefe de la Sección der Medios Audiovisuales de Los Amigos del
Camino de Santiago de Estella. Navarra)
Producción dirigida por María Francisca Bonmatí
Grabación realizada en la Iglesia de San Bernabé de El
Escorial (S. XVI)
[CD:]
℗ Grabación sonora original de HISPAVOX, S.A., Madrid
(España), 1971
Publicada por el cesionario exclusivo, EMI-Odeon, SA.. Madrid
(España), 1999
© De la presente edición. EMI-Odeon, SA.. Madrid
(España), 1999
EMI CLASSICS
Remasterización digitalizada por Multinacional Estudios, S.L.
Ilustración portada: Cantigas de Sta. María de Alfonso X
Fotografía cedida y autorizada por el Patrimonio Nacional
EL CAMINO
En los albores del siglo IX una noticia trascendental va a recorrer
como un escalofrío emocionante, la piel de la vieja Europa: en
Compostela ha sido hallado milagrosamente el sepulcro de Santiago el
Mayor, traído a España por sus discípulos
después de su muerte en Jerusalén. La noticia brinca de
cumbre en cumbre, traspasa los Pirineos, serpentea por los valles de
Aquitania, se extiende por Europa entera y retorna, convertida en
oleadas de peregrinos, hasta Compostela, meta e imán de toda la
cristiandad. Así comienza la peregrinación y surge el
Camino de Santiago que concluye en la Catedral Compostelana. En su
Pórtico de la Gloria -gloria de todos los pórticos- los
24 ancianos del Apocalipsis, que tañen sus instrumentos
músicos, forman la gran orquesta románica de la
Peregrinación.
MÚSICA EN EL CAMINO
Entre las artes que ornaron el Camino jacobita no podía faltar y
no faltó la música, el canto. Los peregrinos cantaban y
oían cantar durante sus largas jornadas de peregrinación.
El canto era a la vez alimento espiritual y solaz en la fatigosa ruta.
Como alimento espiritual cantaban, sobre todo en Compostela, los himnos
en honor de Santiago, transmitidos por el Códice Calixtino.
Algunas Cantigas de Alfonso X el Sabio, aluden expresamente a los
Santuarios marianos del Camino. Como solaz durante la ruta, los romeros
cantaban y oían cantar diversos romances más o menos
relacionados con la peregrinación. El mayor contingente de
peregrinos procedía de Francia, cuyos cantos resonaron por
tierras de España. Las llamadas “Canciones
itinerantes” constituyen un grupo muy importante. La influencia y
auge de la Peregrinación produjo canciones con temas
influenciados por el peregrinaje; entre éstos no podía
faltar el tema eterno del amor, ni la sal y pimienta de la picaresca,
unida al falso peregrino.
CANTOS SELECCIONADOS
En nuestra selección hemos incluido una muestra -entre las
muchas que poseemos- de cada uno de estos temas o grupos
característicos del cancionero peregrino. Los ofrecemos en su
máxima sencillez y autenticidad, no sólo en cuanto a los
cantos en sí, sino en lo referente a interpretación e
instrumentación. Buscando esta autenticidad no hemos dudado en
emplear instrumentos antiguos de sonoridad medieval y, en su caso, el
típico tamboril y flauta maragatos.
1. Dum Paterfamilias
El Códice Calixtino -de principios del siglo XII-, constituye la
primera colección de cantos de peregrinos y uno de los
monumentos musicales más importantes de todas las épocas.
El “Dum Paterfamilias” es, sin duda, el canto más
antiguo de los contenidos en el Códice y desde luego el canto,
con una parte en lengua vulgar, mis antiguo que se conoce. Aparece al
final del apéndice musical. Se trata de una página
añadida, lo que no significa que sea posterior, sino por el
contrario, anterior a las otras páginas musicales del mismo.
La notación musical de este himno pertenece a las llamadas
“in campo aperto”, es decir a base de puntos que sugieren
la altura de los sonidos, sin fijarla claramente, pues está sin
clave y sin líneas. Las diversas transcripciones no pueden ser,
por consiguiente, sino aproximaciones más o menos ciertas, pero
en modo alguno definitivas. Tanto más cuanto que el original
-según sospechamos, tras un estudio fotográfico del
mismo- es un “palimpsesto”, es decir un pergamino que
contiene dos escrituras superpuestas, punto éste muy importante
y que no hemos visto tratado ni insinuado por ningún
paleógrafo.
Por nuestra parte hemos realizado la transcripción que
presentamos de este venerable canto jacobeo anterior al siglo XII,
después de concienzudo estudio directo sobre el original y
comparando nuestro resultados con las transcripciones existentes. Este
canto está compuesto de un Coro o estribillo -“Primus ex
Apostolis”- y de una serie de estrofas que en su conjunto forman
la declinación completa del nombre latino de Santiago
-“Jacobus”-. Dentro de este esquema general, en una
ocasión -segunda estrofa- se invita a que el pueblo entone un
antiguo canto en lengua vulgar, conocido por el “Cantet
melodiam”. Que cante la melodía: “Herru Sanctiagu,
Got Sanctiagu! E ultreia, e suseia! Deus adiuva nos!”.
2. Cantiga nº 278 de Alfonso X El
Sabio, “A la Virgen de Vila Sirga”
El Rey Sabio fue un gran devoto de Santiago. En LAS PARTIDAS, suprema
norma jurídica y social del medievo, inserta numerosos consejos
y normas referentes a los peregrinos, favoreciéndoles
incondicionalmente. Al morir, dedica en su testamento un
cariñoso recuerdo al Apóstol Santiago “nuestro
Señor y Padre, cuyos alféreces somos”. Varias
Cantigas están dedicadas a Santuarios marianos del Camino
jacobeo: Le Puy, Rocamador, Virgen del Manzano en Castrojeriz, Sta.
María la Blanca en Villalcázar de Sirga, etc. Hemos
escogido la Cantiga n° 278 dedicada a Sta. María la Blanca,
llamada después “Virgen de las Cantigas”.
3. Romance de Don Gaiferos de
Mormaltán
Este Romance es uno de los más conocidos y bellos de todo el
repertorio. Tiene un transfondo histórico, aprovechado por el
alma popular que lo transformó poéticamente. El Don
Gaiferos del romance no es sino el personaje histórico Guillermo
X, Duque de Aquitania, que peregrinó a Santiago en 1137. El
Viernes Santo de aquel año asistió, ya enfermo, a los
oficios en la Catedral compostelana, muriendo durante los mismos a los
pies de la imagen del Apóstol.
Su melodía suena quejumbrosa, evocando el suceso. Este romance
lo cantaron los juglares en Compostela y otros lugares del Camino
jacobeo. Lo repitieron los ciegos a las puertas de la Catedral de
Santiago. Cayó en el olvido y, finalmente, D. Ramón
Menéndez Pidal recogió el texto, y Faustino Santalices lo
revitalizó acomodándole cinco melodías populares
gallegas. El mismo lo cantó por primera vez en el homenaje que
se dedicó a Menéndez Pidal con motivo de su 80
aniversario.
Hemos restituido su melodía, un tanto desvirtuada por
influencias de las tonalidades modernas, a su esencia modal,
acercándose más a lo que debió ser este canto en
época medieval.
4. Romerico, tú que vienes
Juan del Enzina y su contemporáneo Vázquez fueron dos
excelentes poetas y músicos durante los últimos
años del siglo XV y primeros del XVI. “Romerico, tú
que vienes” constituye un bello canto de amor que demuestra al
mismo tiempo la popularidad adquirida por la peregrinación.
5. La calabaza
La estampa clásica del peregrino aparece en muchas
representaciones escultóricas y pictóricas a lo largo del
Camino y en obras literarias y musicales. En ninguna de estas
descripciones falta el bordón y la calabaza. Según
Southey el bordón estaba a veces hueco y perforado a modo de
flauta y servía para acompañar con él los cantos.
Colgada generalmente del bordón, o bien de la cintura, llevaban
los peregrinos la calabaza que proporcionaba frescor de agua o vigor de
vino durante la ruta. Como podemos apreciar en este canto, el humor y
gracejo no faltó en la peregrinación.
6. Cuando llegamos a Santo Domingo
La devoción popular localizó, algo tardíamente, en
Santo Domingo de la Calzada un milagro contado y cantado por los
peregrinos de casi todas las naciones europeas. Incluso se encuentra
una versión en Canadá llevada, sin duda, por peregrinos
franceses.
Un romero, falsamente acusado de robo por una mesonera, es ahorcado. El
gallo y gallina que estaban a punto de ser trinchados por el juez
saltan de la mesa, indicando con su canto la inocencia del peregrino y
la perfidia de la moza del mesón. Un gallo y una gallina
completamente blancos, colocados dentro de la Catedral calceatense
recuerdan a los peregrinos el famoso milagro. Este canto recuerda
también el júbilo y emoción de los romeros al
oír el canto estridente del gallo, signo de buenos augurios para
su peregrinaje.
7. La Grande Chanson des Pelerins
Esta “Gran canción de Peregrinos”, la más
conocida de todas, constituyó el tipo y modelo de las canciones
llamadas “Itinerantes”. Se trata, en efecto, de una
verdadera guía cantada, en la que, sobre un tema muy popular y
de expresión melancólicamente poética, se van
nombrando las diversas etapas del Camino desde París a
Compostela. Su melodía aparece, con diversas variantes, en
cancioneros y archivos de Francia, sobre todo a partir del siglo XVIII.
En una selección de cantos jacobeos no puede faltar esta
composición, aunque naturalmente, como ocurre en otras canciones
que presentamos, sea imposible grabar todas las estrofas. Su
melodía parece surgir de algún canto gregoriano y crea un
ambiente de delicada tristeza y de anhelante esperanza.
8. A romeira
Se trata de un canto sencillo, lleno de encanto y unción. Se
recogió en 1903 de labios de una hilandera gallega de 73
años, en San Juan de Lousame (Coruña). Evoca a la Virgen
Peregrina -a Romeira- que guía a sus devotos peregrinos. Esta
advocación ya aparece veladamente en la Cantiga n° 49 de
Alfonso X El Sabio.
9. La Pernette
No podía faltar en el romancero jacobeo el tema del amor.
También el Camino de Santiago tiene su “Romeo y
Julieta” - en nuestro caso “Pierre y Pemette”. Este
canto, uno de los más bellos, aunque no es propiamente
de peregrinos, refleja la gran popularidad que
alcanzó la peregrinación jacobea. Las últimas
estrofas son las más expresivas y delicadas.
10. La Peregrina
Desde Astorga a Foncebadón, pasando por Sta. Catalina de Somoza,
El Ganso y Rabanal del Camino, la ruta jacobea atraviesa toda la
Maragatería. En sus pueblos de milenarias costumbres se canta y,
sobre todo, se danza este romance que hemos recogido por estas mismas
aldeas. Con melodía distinta hallamos este canto en el
Cancionero salmantino de Ledesma. El texto literario ha sufrido algunos
retoques tardíos. Es un canto amoroso, delicado y
poético. Se danza en el baile vespertino de la boda maragata.
Hemos querido que figurase con todo su sabor popular, acompañado
únicamente por el tamboril y flauta maragatos y con el
repiqueteo de las castañuelas, tal y como lo ejecuta en esta
comarca el tamborilero maragato de Sta. Catalina de Somoza.
11. Los Moros
Se trata de un sencillo romance, con melodía de sabor netamente
gregoriano. El texto narra ingeniosamente la derrota de Don Rodrigo, la
invasión árabe que provocaría la legendaria
intervención del Apóstol en Clavijo y la consiguiente
liberación del tributo de las 100 doncellas.
12. Meu romeiro
El romance de Don Gaiferos de Mormaltián nos transmite unos
versos evocadores que no hemos dudado en aprovecharlos para componer
con ellos una melodía propia, de ambiente medieval, envuelta en
una polifonía sobria y austera como el hábito del
Peregrino. Estos seis versos evocan el paso jadeante del romero hacia
Compostela: va tan cansado que “no sabemos si allí
llegará”. Tal vez, mirando a uno de los muchos cruceros
que jalonan la ruta o fijando los ojos en una imagen del
Apóstol, sacando fuerzas de flaqueza y con la mirada vuelta
hacia Compostela el peregrino se contesta a sí mismo: “Si
ahora no tengo fuerzas, Santiago me las dará...”
Este canto, que cierra nuestra selección, sugiere este momento
de desaliento en el duro peregrinar superado por la fe y la plegaria
confiada.
Eusebio Goicoechea Arrondo, 1971
INSTRUMENTARIUM
La mayor parte de los instrumentos musicales de Europa, durante la Edad
Media, fueron de procedencia asiática, habiéndose
introducido en el continente a través de Bizancio y del norte de
Africa. Especialmente, los instrumentos de cuerda, se presentaron con
características propias y bien definidas (posición
“posterior” de las clavija a diferencia de los
arábigo-persas de posición “lateral”), si
bien sufrieron transformaciones adaptándose a la forma de
“laúdes” en el sur de Francia y España y de
“liras” en las regiones central y nórdica de Europa.
El primer vestigio de estas “liras” aparece en un
manuscrito español de los siglos X y XI, convirtiéndose,
bajo el nombre de “fiddle”, “viella” o
“viola”, en el principal instrumento de la Edad Media. Las
primeras ilustraciones, muestran que el número de cuerdas no era
siempre igual, variando entre una, dos, tres y cinco, siendo su
afinación un tanto particular, según refiere
Jerónimo de Moravia (1250), de acuerdo con las necesidades en la
interpretación de la música. Algunas de sus cuerdas,
denominadas “bordonas”, tenían la misión de
servir de “pedal”, de forma que el mismo instrumentista se
acompañaba, bien haciéndolas sonar con el arco o
simplemente punteándolas a la vez que en las demás
cuerdas refería su melodía. Ya en el siglo XIII el
instrumento sufre alteraciones decisivas; la caja ovalada se hace
más chata, el cuello se diferenció bien de la caja para
facilitar la digitación, siendo, incluso, provistas de cintura
para dar mayor juego al arco. De esta época se conservan varios
tipos de danzas, “duktias”, “stampides” e,
incluso, algunas composiciones para viellas, a dos voces según
consta en un manuscrito londinense del siglo XIV.
El estilo polifónico de los siglos XV y XVI asignó un
papel privilegiado a los instrumentos capaces de hacer sonar varias
notas a la vez. Ello explica la enorme proliferación de los
instrumentos de tecla. El laúd, con la ventaja de ser más
manejable y tradicional que aquéllos se convirtió en el
instrumento universal. El laúd europeo tenía muchos
rasgos específicos del laúd árabe (al‘ud).
El mango no se distinguía de la caja; no tenía trastres y
era relativamente estrecho. En un principio fue empleado un
“plectro” para facilitar el punteado, sin embargo la
técnica fue desarrollándose siendo necesario el empleo de
los dedos para hacer sonar los acordes.
Al igual que las viellas de “discanto”, “alto”
y “tenor”, el laúd de diez
“órdenes” empleado en esta grabación, ha sido
reproducido por los luthieres César y Fernando Vera en Madrid.
Entre los instrumentos de viento conocidos ya en la antigüedad,
encontramos las llamadas flautas “verticales” (denominadas
“syringis”) y conocidas hoy con el nombre de flautas
“dulces” o “de pico”. Su constitución es
sencilla, el tubo abierto, biselado en uno de sus extremos, produce una
sene de sonidos con la ayuda de unos agujeros laterales.
De antiguo abolengo, legado por la antigüedad a la Edad Media, es
la “dulzaina”, instrumento de lengüeta doble, provista
también de agujeros situados, en la mayoría de los casos,
en posición incorrecta haciendo muy dificultosa la
producción del sonido. La “dulzaina” es empleada de
forma popular, siendo conocida con diferentes denominaciones.
Atabales, panderos, crótalos y sonajas completan el grupo
instrumental empleado para la realización de este disco.
Ramón Perales, 1971