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Pneuma «Colección Historica (Canto gregoriano)»
PN-380
noviembre de 2000
Monasterio de Santa María de El Parral, Segovia
Protus Authenticus · Modo I
01 - Cum appropinquaret · antífona del Benedictus
[3:15]
02 - Dominus secus mare · introito [3:04]
03 - Ecce quam bonum · gradual [3:20]
Protus Plagalis · Modo II
04 - O Virgo virginum · antífona del Magnificat
[3:21]
05 - Velum templi · responsorio [3:18]
06 - Domine Ihesu Christe · ofertorio [3:46]
Deuterus Authenticus · Modo III
07 - Ecce dominus noster · antífona de Laudes
[2:21]
08 - In nomine Domini · introito [3:25]
09 - Sperent in te · ofertorio [2:00]
Deuterus Plagalis · Modo IV
10 - Est secretum · antífona del Magnificat
[3:32]
11 - Iherusalem quæ ædificatur · comunión
[2:37]
12 - Urbs Iherusalem · himno [2:51]
Tritus Authenticus · Modo V
13 - Adhuc multa habeo · antífona del Magnificat
[2:29]
14 - Lætabitur iustus · comunión [3:10]
15 - Illuminare Iherusalem · responsorio [3:03]
Tritus Plagalis · Modo VI
16 - Serve nequam · antífona del Magnificat
[2:46]
17 - Fons et origo - In medio Ecclesiæ · introito
tropado [2:23]
18 - Domine, in virtute tua · alleluia [3:15]
Tetrardus Authenticus · Modo VII
19 - Urbs fortitudinis · antífona [2:33]
20 - Populus Sion · introito [2:44]
21 - Recessit pastor noster · responsorio [4:00]
Tetrardus Plagalis · Modo VIII
22 - Zachæe, festinans descende · antífona del
Benedictus [2:44]
23 - Qui confidunt in Domino · tracto [3:13]
24 - Deus tuorum militum · himno [3:35]
SCHOLA ANTIQUA
Juan Carlos Asensio
Miguel Ángel Asensio Palacios, Javier Blasco Blanco, Miguel
Ángel Cencerrado Rodríguez,
Alfredo Contreras Sanz, Miguel Ángel Fernández
González, Enrique de la Fuente González,
Alberto de la Fuente Jarillo, Miguel García Rodríguez,
Román García-Miguel Gallego,
Jorge Luis Gómez Ríos, Benjamin González
García, Antonio de Gregorio Jabato,
Luis Fernando Loro Rodríguez, Luis Manuel Pe-Mentxaca
Herrán,
Benigno Antonio Rodríguez García, Jesús
María Román Ruiz del Moral, Federico Rubio García
Como todo canto antiguo, la monodia occidental llamada canto gregoriano
es capaz de conmover sentimientos y provocar reacciones afectivas
según la estructura de sus escalas o modos.
El Octoechos Latino es la clasificación melódica,
ordenada ya desde el siglo VIII, de la totalidad del repertorio. Los
Tonarios son los libros que contienen las obras del canto gregoriano
ordenadas según los tonos o modos.
Schola Antigua, dirigida por Juan Carlos Asensio, y cuyos componentes
se formaron siendo niños en la Escolanía de la
Abadía Benedictina de Santa Cruz del Valle de los Caídos,
nos ofrece con el Octoechos, por un lado, un panorama completo y
ordenado de la monodia gregoriana y, por otro lado, una
interpretación cargada de emoción y autenticidad. Rigor
teórico y profunda oración.
EDUARDO PANIAGUA
UNA
CLASIFICACIÓN INTOCABLE PARA UNA MÚSICA EN CONTINUA
EVOLUCIÓN
La mayor parte de la música que llamamos "clásica"
está gobernada por un sistema modal que reduce su esquema a la
simple clasificación de mayor y menor, en virtud de la
colocación de tonos y semitonos con respecto a unas notas de
referencia dentro de cada escala. Así, cada sonido de la serie
de doce que componen la arquitectura básica del sistema musical
occidental moderno es susceptible de engendrar sus propias escalas
mayores y menores, generando unas posibilidades que desde finales del
siglo XVII hasta los albores del XX han agotado prácticamente
las combinaciones sonoras y han llevado al límite lo que se ha
denominado la tonalidad clásica.
Precisamente en los extremos de ese período del reinado del
sistema tonal ha sido cuando la teoría ha presentado más
pruebas de permeabilidad, dejándonos ver que aquella no era la
única manera posible de ordenar los sonidos con referencia a una
nota básica que tradicionalmente se ha llamado tónica.
La aparición del sistema tonal tal y como lo hemos conocido es
el fruto de una lenta evolución, salpicada de malentendidos y de
falsas interpretaciones que han intentado atribuir en cada época
las excelencias del sistema a una serie de personajes a quienes
convenía poner como autores definitivos de las distintas
melodías del momento.
Muchas eran las preguntas que se hicieron los musicólogos
durante los últimos decenios del siglo XIX sobre el verdadero
origen del canto gregoriano, primero de entre los repertorios musicales
de Occidente conservado sistemáticamente y, como tal, el primero
en recibir una clasificación melódica propia, ordenada y
plenamente diferenciada. Disipadas ya las dudas sobre el papel de san
Gregorio (s. VI), confirmada la aparición del repertorio
gregoriano en el ambiente carolingio de la segunda mitad del siglo
VIII, surgía la teoría del Octoechos como la gran
clasificación melódica que perduraría a
través de los siglos y que, por evolución,
desembocaría en el sistema bimodal (mayor-menor) que
ocupará una gran parte de la producción musical de los
últimos siglos.
Lleno de enigmas, la aparición del Octoechos con su
nombre derivado del homónimo sistema bizantino, pero con pocas
relaciones de tipo práctico con él, se presenta hoy como
el motor unificador de las melodías, el sistema de
ordenación en ocho "cajas" en las que se puede introducir, al
menos en teoría, la totalidad del repertorio que, en algunos
casos había permanecido ajeno a cualquier tipo de
sistematización. No nos extrañe pues, que si analizamos
la música que acompaña a las dos grandes expresiones
litúrgicas de la Iglesia Latina, Misa y Oficio, muchas de las
melodías que acompañan a éste —en concreto
aquellas que pertenecen a los estratos más antiguos de la
composición— se resisten a cualquier tipo de
clasificación, mientras que los cantos que acompañan a la
celebración eucarística parecen haber sido compuestos, o
al menos inspirados, en un espíritu que conoce ya una
protoclasificación que finalmente coincidirá con el
sistema de los ocho modos.
Para quienes consideran que el Octoechos es algo que se impone
a las melodías mucho después de su composición, la
presencia del Tonario de san Riquier (París, BN, f. lat. 13159,
un simple folio escrito probablemente antes del año 800 que
agrupa las piezas por modos) como el primer documento real que
atestigua la existencia del canto gregoriano, les hará
plantearse serias dudas sobre la cronología y origen de la
citada teoría. Y para aquellos que defienden el ]Octoechos
como una mera clasificación de fórmulas para recitar los
salmos en el Oficio y para intercalarlos dentro de algunos de los
cantos antifonales de la Misa, la inclusión en el mismo
tonarío de graduales y Alleluias, cantos llamados
tradicionalmente responsoriales cuya estructura no es la de la salmodia
prolongada del Oficio, supone un verdadero dilema a la hora de evaluar
los orígenes y la finalidad de dicha clasificación. La
denominación medieval de tonario, se refiere a un tipo de libro
que ordena las piezas por modos o tonos. Muchos de los primitivos
antifonarios de Oficio con notación musical acostumbran a
incluir al principio o al final unas tablas de piezas que funcionan
también como un tonario.
Por los trabajos pioneros de Dom Jean Claire, OSB, sabemos que en las
capas más profundas del repertorio del Oficio, lo que conocemos
como el oficio ferial, existió una primitiva modalidad que pudo
haber sido el origen de aquella otra, más ambiciosa y que
terminaría imponiéndose. Los tres Modos Arcaicos, coma
los llamó, el benedictino solesmense, forman una de las
estructuras más simples, pero a la vez más moldeables y
ligadas a la oralidad, del canto gregoriano cuya sonoridad encontramos
también en sistemas de las músicas tradicionales
mediterráneas y orientates. Cada uno de ellos, denominados C
(Do), D (Re) y E (Mi) se distinguen por la ordenación de sus
sonidos entorno a una sola nota estructural y cuyos grados
contrastantes, por su distancia a esa nota, darán a reconocer a
cada uno de ellos. Además, como en el resto de las
músicas de tradición, esas estructuras modales son
capaces de generar un ethos o clima afectivo que
provocará distintas reacciones en aquellos que interpretan o
escuchan el canto. Basta pues con una escala determinada propia de cada
región, que a su vez proporcionará una jerarquía a
los distintos grados que la componen y que sera capaz de generar unas
fórmulas melódicas características
(células-madre) que distinguirán un modo de otro. El ethos
se encargará de conmover los sentimientos. Una condición
es necesaria para pertenecer a esta clasificación: una sola nota
ha de asumir todos los papeles importantes de la composición,
siendo a la vez nota final, cuerda de recitación y estructura de
la pieza.
Tras el conocimiento y estudio de estas tres sonoridades arcaicas
básicas se pueden aventurar algunas hipótesis que
propugnan la aparición de otras más complicadas mediante
dos fenómenos ligados a la simple recitación del texto
latino: la subida de acentos (o tenores salmódicos) y bajada de
finales. Estos dos fenómenos provocarán la
aparición de una modalidad que llamamos bipolar en la que ya hay
dos referentes que más tarde el Octoechos llamará
dominante y final. Siguiendo con las hipótesis, de cada una de
estas tres cuerdas madre y aplicando aquellos dos fenómenos,
podemos extraer cada uno de los ocho modos tal y como nos los ofrece la
teoría oficial, así por ejemplo el modo V saldría
por descenso de la cuerda madre Do de un intervalo de quinta, hasta Fa,
donde Do sería la nueva dominante modal y Fa la final. Estamos
en una época de sonoridades absolutas, antes del nacimiento del
solfeo por lo cual es necesario extrapolar los nombres de las notas. De
esta manera veremos que el modo VIII puede aparecer por
evolución hacia el agudo (subida de tenores) de la cuerda madre
Do (Sol) hasta Fa (Do) , modo en el que Fa (Do) sería la
dominante y Do (Sol) la final. Procediendo así se pueden
extraer, incluso aquellos modos que existiendo no han tenido lugar en
la clasificación oficial. Desde un primer momento es adoptada la
terminología griega, tal y como aparece en el tonario de san
Riquier, pero derivada no de la tradición musical griega, sino
de los propios ordinales helénicos: Protos, el primero; Deuteros,
el segundo, posteriormente latinizados como protus, deuterus...
Schola Antigua ha escogido el Octoechos como hilo
conductor de la presente grabación para mostrar un panorama
completo de lo que ha supuesto para la monodia gregoriana esta
clasificación. La elección de distintas piezas
pertenecientes tanto al Oficio como a la Misa (Introitos, graduales,
Alleluias... junto a antífonas, responsoríos o himnos),
así como la inclusión de obras en todos los estilos
compositivos y con variedad de intérpretes (solistas,
pequeña schola o tutti) tiene como misión
facilitar la comprensión de este tipo de sonoridades. La
elección se ha llevado a cabo escogiendo cuidadosamente piezas
representativas de cada modo junto a otras que son oficialmente
clasificadas como pertenecientes a tal o cual modo, pero su sonoridad
nos sorprende (antífona Serve nequam del modo VI,
introito Populus Sion del modo VII). La inclusión de un
tropo Fons et origo del introito In medio Eclesiæ
responde también al interés de estas piezas calificadas
como posgregorianas como informantes de una modalidad ya plenamente
establecida.
Si es verdad que hasta Guido d'Arezzo (†1050) el incipit de las
piezas definía el modo más que la nota final (in fine
iudicabis, en palabras del teórico y pedagogo italiano) la
antífona Urbs fortitudinis es el ejemplo perfecto de
cómo una entonación se erige en el mejor identificativo
del tetrardus autentico. De la misma manera las escalas que
acotan cada modo se ven ampliamente sobrepasadas cuando las piezas
pertenecientes a modos auténticos se adentran en zonas plagales
(final del versículo del gradual Ecce quam bonum del
modo I) o viceversa (comunión Iherusalem quæ
ædificatur del modo IV y su incursion en la zona del deuteros
auténtico). Como testimonio de las melodías arcaicas la
presencia del ofertorio de difuntos Domine Iesu Christe nos
indica que no era necesario mucho artificio melódico para
provocar un clima afectivo apropiado a una ocasión determinada.
Clasificado como protus plagal (modo II) hunde sus más
profundas raíces (quizá galicanas) en las rotundas
sonoridades del mundo arcaico de Re, roto solamente por los desarrollos
al agudo en las palabras Rex... de ore leonis...
JUAN CARLOS ASENSIO
Comentario de J.F. Weber en el extinto Goldberg (no hace falta decir
que el enlace ya no funciona):
Cada uno de los ocho modos gregorianos aparece representado en este
disco por tres piezas de canto llano. Algunas de las formas se ajustan
bien al objetivo propuesto: así, por ejemplo, los cantos
elegidos para cuatro modos incluyen una antífona con un
versículo de su salmo correspondiente; y los elegidos para otros
seis, una antífona con versículos del Benedictus o el
Magnificat (estas antífonas evangélicas suelen ser
más complejas que las de los salmos). También se utilizan
las demás formas de los Propios de la Misa, así como
responsorios e himnos. Este programa es similar a otro grabado
anteriormente por Dominique Vellard (ahora en Cantus).
Aquí Asensio escoge no sólo unos cantos determinados que
funcionan como buenos ejemplos de su clasificación modal, sino
también otros más que no corresponden al sonido
característico de un modo particular. En las notas, analiza el
método de asignación de un canto a un modo.
También plantea la cuestión de si la clasificación
de los cantos por modos se llevó a cabo después de la
composición de las piezas o en el momento de componerse. Cita la
teoría de Dom Jean Claire sobre los modos primitivos, anteriores
quizás al sistema del octoechos (los ocho modos). La postura de
Claire no ha sido objeto de un debate académico adecuado y
requiere una evaluación más detallada.
Schola Antiqua, fundada en 1984, canta las piezas de canto llano con
ligereza y rapidez. Las voces son agradables y se funden bien, y los
versículos para solista están interpretados con eficacia.
Este disco posee el peculiar valor de los antiguos tonarios, o listas
de cantos organizados por modos, si bien una grabación de una
Misa o un Oficio completos nos ofrecerá las piezas de canto
gregoriano tal como se utilizaban en la liturgia. JEROME F. WEBER
http://www.goldbergweb.com/es/discography/2000/3178.php
Este otro, incluido el la publicación original y orientado a la
venta, seguro que sigue vivo:
En el canto gregoriano es la estructura de las escalas o modos lo que
determina los sentimientos y emociones que afloran. El Octoechos Latino
es la clasificación melódica, ordenada ya desde el siglo
VIII, de la totalidad del repertorio. Las distintas obras de cantos
gregorianos están recopiladas en libros que reciben el nombre de
Tonarios y clasificadas de acuerdo con sus tonos o modos. Schola
Antiqua, una prestigiosa coral española fundada en 1984, nos
muestra un completo panorama de la monodia gregoriana, en una
interpretación cargada de sabiduría, autenticidad y
profunda emoción.
http://www.arteguias.com/gregoriano.htm