Llibre Vermell de Montserrat
Hespèrion XX, Jordi Savall





medieval.org

LPs:
EMI-Odeón, Serie Ángel 10C 065-045641 (1981)
edición original: EMI Electrola "Reflexe" 1C 065 45 641 (1979)

CDs:
EMI "Reflexe" CDM 7 63071 2 (1989)
Virgin "Veritas" 7243-5 61174 2 6(1994)
...








1. O Virgo splendens hic in monte celso  [4:00]   LV  1
Conjunto y pequeño conjunto vocal (2 tenores, 1 bajo)

2. Stella splendens in monte  [7:30]   LV  2
Tutti (sin bombarda, cinfonia y conjunto de percusión)

3. Laudemus Virginem Mater est  [2:16]   LV  3
Conjunto vocal, cuerda e instrumentos pulsados

4. Los set goyts recomptarem  [7:32]   LV  5
Tutti

5. Splendens ceptigera  [2:06]   LV  4
Conjunto vocal, flautas, cuerdas e instrumentos pulsados

6. Polorum regina omnium nostra  [6:03]   LV  7
Montserrat Figueras, vocal
Conjunto de voces blancas y sopranos, Flauta, Arpa, Salterio y Rota



B

7. Cuncti simus concanentes: Ave Maria  [5:02]   LV  6
Tutti

8. Mariam Matrem Virginem  [7:23]   LV  8
Montserrat Figueras, canto
Conjunto de sopranos y voces blancas, Flauta, Fidel, Laúd y Rota


9. Imperayritz de la ciutat joyosa  [6:52]   LV  9
Conjunto de sopranos y tenores, Fidel, Rota, Salterio y Laúd

10. Ad mortem festinamus  [7:15]   LV  10
Tutti

11. O Virgo splendens hic in monte celso  [3:22]   LV  1
Conjunto y pequeño conjunto vocal (2 tenores y 1 bajo)








HESPÈRION XX
Jordi Savall
Montserrat Figueras, canto
Christophe Coin | Sergi Casademunt | Pere Ros, Fidel, Rebec, Lyra y Rota
Hopkinson Smith, Laúd y guitarra morisca
Lorenzo Alpert, Flautas y percusión
Bruce Dickey, Flautas y Cornetto
con la
colaboración
de:
René Zosso, Cinfonia
Régis Chenut, Arpa
Sally Smith, Salterio
Jean-Pierre Mathieu, Sacabuche
Renate Hildebrand, Bombarda

ATELIER INSTRUMENTAL DEL CENTRE d'ABBAYE AUX DAMES
(JUILLET 1978)
Laurent Aubert, Guitarra morisca, Cítara y Laúd
Clara Hernández, Rota
Didier Borzeix, Timbal
Françoise Borzeix, Glockenspiel y órgano portable
Jean-Pierre Leclerq, Sacabuche
Marie-France Leclerq, Percusión
Sylvette de Micheax, Zambomba y Arpa pequeña

CONJUNTO VOCAL
dirigido por MONTSERRAT FIGUERAS:
Dulcis Harmonia
(Barcelona)
Josep Benet, tenor
Francesc Guillem, tenor
Joaquim Proubasta, bajo
Coral Carmina
(Barcelona)
Gemma Jansana - Mercé Cano - Dolores Cano
Mariona Castelar - Empar Congost - Montserrat Pí
Lluis Tort - Josep Mª Font - Agustí Bejar - Joan Sans
Isidre Martí -Toni Oliva - Rogeli Vila - Jordi Roselló - Lluis Roselló

NIÑOS CANTORES DE NAVARRA
Carlos Gorricho
ESCOLANIA SAN IGNACIO
Javier Osés

ATELIER VOCAL DU CENTRE d'ABBAYE AUX DAMES
(JUILLET 1978)
PEQUEÑO CONJUNTO:
Bibiana Goday - Isabella Anderfuren
Françoise Paut - Claudine Garcia-Ansermet
RIPIENO:
Piergiorgio Lazzaretto - Annie Carpentier - Wanda Rafacka
Annie Cappelle - Marie-France Leclerq
Chantal Buffat - Elisabetta Sironi

Dirección general:
JORDI SAVALL






LP EMI-Odeon:

Producción: GERD BERG
Sonido: Wilhelm Meister

En portada: El manuscrito del Llibre Vermell

[ Contiene folleto con los cantables ]

Ⓟ 1979 Grabación sonora original hecha por EMI Electrola GmbH
© 1979 EMI Electrola GmbH
Editado e impreso por EMI-Odeon, S.A. Via Augusta 2 bis Barcelona
Mod. 5398 Dep. Legal B.13100-1981 Ⓟ



CD EMI:

Aufgenommen: 11.-14.VII. 1978, St. Savinien
Produzent: Gerd Berg
Tonmeister: Wilhelm Meister
Titelseite: Roberto Patelli

Ⓟ 1979 EMI Electrola GmbH
Digital remastering Ⓟ 1989 by EMI Electrola GmbH
© 1989 EMI Electrola GmbH




Deutsch original Kommentar


English Liner notes










LA MUSICA EN CATALUÑA DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIV

Situado al sur de los Pirineos, tocando al Mediterráneo, y vecinos al oeste de Castilla y Navarra, el antiguo reino de Aragón era el punto de encuentro de diversas culturas. Fue constituido en 1137, como resultado del matrimonio del conde de Barcelona, Raimundo Berenguer IV, con Petronila, hija de Ramiro II de Aragón. Gracias a la favorable ubicación geográfica, se vio por doquier nutrido, durante toda la Edad Media, por las más importantes corrientes artísticas, que a su turno habrían de incorporarse al arte propio del país que, a su vez -conviene no olvidar esto- iría reconquistando día tras día y fragmento tras fragmento, los territorios que desde siglos tenían ocupados los invasores árabes. La amalgama de las influencias europeas con el arte y la cultura del país, hizo nacer, allá por el siglo XIV, una suerte de Renacimiento precoz de la mayor importancia.

El centro de toda esa floración cultural se radicó sobre todo en Cataluña, antiguo patrimonio de los condes de Barcelona. Y si bien es cierto que los puntos de mayor difusión fueron varios, el más prestigioso habría de ser en esa época el de la corte. Durante todo el siglo XIV y en modo especial la segunda mitad de este, los condes y reyes de Cataluña y Aragón fueron conocidos como generosos Mecenas. Desde Jaime II (1291-1327) hasta Martin I, llamado el Humanista (1396-1410), la corte catalano-aragonesa hizo venir a algunos de los más eminentes artistas y hombres de ciencia de la epoca, sin excluir por cierto a los más celebres músicos; algunos compositores, otros ejecutantes y, otros por fin, igualmente aptos para ambos menesteres.

Para la nobleza medieval, la música fue siempre a la vez una fuente constante de delicia y de confort. Sabemos que desde las más tempranas épocas, reyes, duques, condes y -en general- todos cuantos estuviesen capacitados [esto falta: mantenían varios músicos en sus cortes] para disfrutar de la música que estos podrían proporcionarles en sus momentos de placer. Al principio fueron denominados juglares, ministriles luego (con la salvedad de que se trataba por el momento de cantores y músicos no profesionales, simples ejecutantes no necesariamente creadores, ni de noble origen, para diferenciarlos de los trovadores -o trover(s)os- por lo general de noble extracción).

En la segunda mitad del siglo XIV, los ministriles de la Corte de Aragón conocieron un prestigio singular. Al servicio de Juan I (1387-1396) estuvieron entonces -aparte de buen número de ministriles locales- muchos de procedencia extranjera, tales como los italianos Pere (Piero) d'Arezzo, Baldo de Firenze y Jacopo da Bologna, y algo más tarde algunos franceses, flamencos y alemanes, tales como Thibaut de Vallraynes, Johani de Sent Luch, Jacomi Capeta, Johan Estrumant, Jaquet de Noyo, Midach y muchos otros. Todos ellos disfrutaron de gran renombre; lo que ellos ejecutaban formaba parte de la vanguardia de las corrientes artísticas y musicales de la epoca. Y así contribuyeron a hacer de la corte de Aragón uno de los centros más importantes de ese estilo que sería conocido bajo el nombre de Ars Nova.

Con todo, no fueron juglares y ministriles los únicos que contribuyeron a establecer tan importante centro musical; no lo fue menos la intervención de los músicos y compositores de las varias iglesias conectadas con la Corte real. Casi la totalidad de estos últimos habían recibido su formación en las escuelas de música de Aviñón, celebre centro y residencia papal de la época. Citemos entre aquellos los nombres de Steve de Sort, Bonifaci de Xartres, Nicolau de Mallines, Johan Flamench, Jehan Robert (alias Trebor) y Gracian Reynaud. Los dos últimos mencionados, por ejemplo, eran ambos experimentados compositores de música secular.

Sabemos también que Juan I se sintió de tal modo inspirado por las buenas composiciones de sus músicos de Iglesia, que en alguna ocasión trató de seguir su ejemplo. Con su ayuda, como el mismo confiesa en una carta, compuso "un rondó con su tenor, contratenor y canto correspondientes" (rondeaux, poema con refrán o bordón) y se declara "presto para hacer otro tanto en francés con cualquier virelay, rondeau o ballad". De lo que puede deducirse que también los puso acaso en música.

Deberá recordarse asimismo que las influencias francesas estuvieron constantemente presentes en la corte catalana a lo largo de todo el medioevo, sin que haya razón para que la música de este rey pudiera ser considerada para ello nada fuera de lo común. Y va de suyo que todos los importantes centros musicales del reino, al menos aquellos que tenían contactos directos con la corte, sacaban partido de esa atmósfera artística y musical en la que, durante la segunda mitad del siglo XIV coincidían las corrientes musicales más importantes del Ars Nova francés de carácter profano y religioso. El eminente interés musical de esos círculos y los elevados niveles que alcanzaba en esa época la realización del Ars Nova, explican en parte la existencia en catálogo de un manuscrito de tal manera único en su genero como el Llibre Vermell de Montserrat.


EL MONASTERIO DE MONTSERRAT

En toda la Europa medieval se creaban con frecuencia lugares de peregrinación hacia los parajes donde reposaban los restos de un santo, de un apóstol, o donde según la tradición la Virgen Maria -de quien a partir de entonces se veneraba una imagen- había realizado algún milagro. En esos lugares solía elevarse entonces una capilla e incluso llegaba a construirse a su vera un edificio conventual encargado de la protección de los santos lugares.

En España existían sobre todo dos célebres lugares de peregrinación: uno el de Santiago de Compostela, hacia donde acudían los peregrinos de toda Europa para visitar la tumba del apóstol Santiago; el otro Montserrat, lugar de peregrinación más bien reservado a los peregrinos de la región, mas que a poco andar hubo de convertirse en el centro del culto de la Virgen María en toda Cataluña. De acuerdo con ciertos documentos, desde finales del siglo IX° existían ya sobre la montaña de Montserrat cierto número de ermitas y una capilla dedicada a la Santísima Virgen. La imagen de la Virgen de Montserrat venerada en nuestros días es una maravillosa talla románica de fines del siglo XII o de comienzos del XIII.

La fundación de un pequeño convento en ese lugar data aproximadamente del año 1027. Dependía originariamente de la abadía de Ripoll, pero pronto comenzó a adquirir cierta celebridad, ampliándose la fábrica inicial hasta convertirse -hacia fines de la Edad Media- en uno de los centros culturales más importantes de Cataluña. Por esa epoca empezaron a multiplicarse rapidamente los peregrinos hacia ese lugar. Los testimonios acerca de los primeros siglos de la existencia del Monasterio de Montserrat son muy escasos en la actualidad, ya que su biblioteca, extremadamente preciosa, y los archivos que la misma contenía- fueron quemados en 1811 por los invasores napoleónicos. No han sobrevivido por lo tanto muchos manuscritos que provenientes del otrora celebre Scriptorium de Montserrat hayan llegado hasta nosotros, lo que no hace si no aumentar el ya inmenso valor de los raros documentos que subsisten, sobre todo si son de la singular importancia que asume el Llibre Vermell.

Los monjes de Montserrat fueron siempre hombres sumamente cultos. Dependían, según ya se ha dicho, de la abadía benedictina de Ripoll. Y fue gracias a la iniciativa de uno de sus famosos superiores, el abad Oliva (1023-1042), que se fundó la abadía, cuya primera comunidad monacal provino de la de Ripoll. En esa epoca, Ripoll representaba para Cataluña lo que San Martial de Limoges era para Francia o Saint-Gall para Suiza; vale decir, el centro de cultura más prestigioso del país. La abadía estaba en continuo contacto con los otros centros de religiosidad y cultura situados a ambos lados de los Pirineos, cuyas escuelas florecían y prosperaban escasamente distantes del propio Ripoll. Citemos en especial su escuela de música, cuya importancia queda atestiguada por el hecho de haber inventado su propio sistema de notación musical.

Desde su fundación como sucedánea de Ripoll, la abadía de Montserrat fue por lo tanto un pequeño centro cultural en sí mismo. En 1409 se liberó de la tutela de aquella, a la cual sobreviviría y de la que iba a mantener su tradición intelectual. Dadas estas circunstancias no debe sorprendernos la existencia de un Scriptorium en Montserrat; y menos aún el hecho que tanto obras originales como copias de textos del mayor interés hayan visto la luz en sus claustros. Testimonios que datan del siglo XIV nos confirman fehacientemente que algunos de sus monjes hicieron sus estudios dentro de las fronteras del reino, tanto en Lérida como en Perpignan, Montpellier o Barcelona; otros en las escuelas conventuales benedictinas y otros por fin, probablemente en universidades más alejadas tales como las de París y Colonia.

Desde el Siglo XII, por otra parte, el pequeño círculo intelectual de Montserrat se vió reforzado por cierto número de prelados ligados a nobles familias, con preferencia de origen catalán. Su tarea consistía en representar junto a la Virgen a cada una de esas familias, y decir cada día una misa ante su altar, en nombre e intención de sus parientes patrocinadores. Muchos de esos prelados eran personas sumamente cultivadas, algunos de ellos verdaderos sabios, y aunque ellos no formaron parte de la pequeña comunidad monacal, una vida en común tan estrecha, contribuía sin duda a establecer un constante intercambio.


EL LLIBRE VERMELL

El más precioso manuscrito entre todos los actualmente conservados en la biblioteca de Montserrat, es sin duda alguna su celebre N°1, más conocido bajo la denominación del Llibre Vermell. Fue copiado hacia fines del Siglo XIV o tal vez en los años iniciales del Siglo XV. Su nombre se deriva actualmente de su encuadernación en terciopelo rojo, ya que para su mejor conservación las carpetas del códice fueron restauradas hacia el último tercio del Siglo XIX. En sus orígenes, este códice parece haber comprendido no menos de 172 páginas (formato in-folio) de los cuales sólo se conservan hoy 137 folios.

Como acontece a menudo con los códices medievales, el Llibre Vermell comprende textos de la más variada naturaleza. Una de sus páginas dobles merece particular mención; el folio 21 verso 27, donde aparecen anotadas diez obras musicales de autor desconocido. En su origen su número era mayor. Estas obras se han escrito al parecer con un bien definido propósito, que el copista anotó cuidadosamente a renglón seguido de la primera de esas canciones:

"Para cuando los peregrinos, de vigilia en la iglesia de la Virgen de Montserrat, sienten a veces deseos de cantar y bailar, e incluso durante el día en el recinto de la plaza (donde solamente pueden entonarse también cantos honestos y piadosos), cierto número de apropiadas canciones han sido anotadas aquí de acuerdo con esas necesidades. Deben usarse, con respeto y moderación sumas, para no perturbar a cuantos deseen proseguir sus plegarias y religiosas meditaciones, a la cual todos -por otra parte- se deben consagrar, en la más piadosa actitud, durante la plegaria nocturna".
Y algunas líneas más allá, se recomienda asimismo a los peregrinos de Montserrat:
"...hablar con discreción, y evitar las canciones frívolas y las danzas indecentes tanto en camino hacía la abadía como durante el regreso."

El repertorio del Llibre Vermell debe por lo tanto su nacimiento al propósito de poner a disposición de los peregrinos que se acercaban al altar de la Virgen algunos cantos apropiados al lugar y que temporalmente debían sustituir a cuantos proveniesen de la tradición popular.

Se ha dicho ya que el siglo XIV fué uno de los más importantes en lo que atañe al número de peregrinos que visitaban Montserrat. Podemos por lo tanto suponer que el repertorio de canciones marianas cantadas entonces, como así también danzadas, lograron muy vasta difusión entre visitantes y gentes del lugar.

La fecha en que las canciones de Montserrat fueron incorporadas a este códice, se sitúa entre 1398 y 1399. Fué en el curso de este último año cuando su copia quedó terminada. Es por lo tanto razonable pensar que la mayor parte de esas canciones hayan nacido con bastante antelación a la fecha en que fueron anotadas. Cabe antes bien suponer que tanto en lo que concierne al texto como a la melodía, su importancia hubiera sido ya confirmada por la tradición.

Las diversas composiciones inscriptas en el Llibre Vermell están lejos de manifestar un carácter uniforme. El contraste revela muy notables diferencias, lo cual les añade si cabe mayor interés aún. En cuanto a la notación, todas las canciones -con la sola excepción de O virgo splendens, que figura hoy día en cabeza de la recopilación y que está escrita en notas cuadradas del tipo gregoriano- revelan el género de notación propia del Ars Nova francés, siguiendo así el criterio que habría conducido al sistema de notación de Philippe de Vitry (c.1320). Ello no obstante, cinco composiciones, a saber, Stella Splendens, Los set goyts, Cuncti simus, Polorum Regina y Ad mortem festinamus, exhiben en la escritura características peculiares, cuyos efectos prácticos no se apartan mayormente, que sepamos, de las del Ars Nova de Vitry.

Desde el punto de vista formal, la mitad de las composiciones son virelais, forma que consiste básicamente en la alternación de dos coplas, una de las cuales -el refrán- se repite por dos veces: la primera con el texto de la respectiva estanza y la segunda con su propio texto. Las obras que siguen esta pauta son: Stella splendens, Cuncti simus, Polorum Regina, Mariam Matrem y Ad mortem festinamus.

Las canciones O Virgo splendens, Laudemus Virginem y Splendens ceptigera adoptan la forma de un canon y pueden cantarse, tal como dice el manuscrito, a 2 o a 3 voces. En otras palabras, que se trata de una melodía que se repite varias veces en sucesivas entradas. La canción Los set goyts es una balada que corresponde en cierta medida a esta misma forma del Ars Nova italiano. Debemos por fin mencionar Imperayritz, un motete en estilo francés, aunque carezca de su parte tenor característica en esta forma de canción.

El número de voces para las cuales fueron escritas estas composiciones, varía de una a tres, excepción hecha de los tres cánones, que pueden ser cantados tanto a 2 como a 3 voces. En cuanto a los textos, están todos escritos en latín, salvo Los set Goyts e Imperayritz que están en catalán popular.

Una de las características tal vez más curiosas de las composiciones de esta colección es el hecho que tres de las obras aparecen bajo la designación de danzas. El copista del Llibre Vermell dice que Stella splendens debe ser ejecutada ad trepudium rotundum y las canciones Los set goyts y Polorum regina llevan la indicación expresa de ball redon (danza redonda) lo cual significaría que las tres canciones eran danzas para ser ejecutadas en círculo. Algo realmente sin precedentes en la música que de esa época nos haya llegado.

Al arribar a Montserrat, los peregrinos que deseaban prosternarse ante la Santa Virgen no sólo disponían de un repertorio de canciones por las cuales podían sustituir las más apropiadas para la existencia en común de ese lugar sagrado, sino, además, de un repertorio de danzas aptas para expresar su júbilo.

El Llibre Vermell no es obra de un solo compositor. Con una sola excepción, como ya se ha dicho, todas las obras que contiene están escritas conforme a la técnica del Ars Nova. Ello significa que en Montserrat se estaba al día en cuanto a la música tocaba. En el momento en que fué escrito el Llibre Vermell está técnica no se hallaba aún plenamente difundida en toda Cataluña; sabemos, por el contrario, que excepción hecha de Montserrat, no había sido utilizada más que por los músicos de la corte real.

Como digno sucesor del Monasterio de Ripoll que, hacia fines del siglo XIV había perdido ya su antigua importancia, el de Montserrat seguía cultivando siempre la música. No puede sorprendernos que los monjes que habían estudiado este arte en el extranjero se interesasen por las novedades del mundo musical y que a su regreso aportasen el nuevo estilo. Ello explica la escritura de estas piezas del Llibre Vermell que, si por su estilo pueden ser clasificadas como correspondientes al Ars Nova, despliegan al mismo tiempo ciertos rasgos verdaderamente únicos y, por encima de todo, su memorable simplicidad. Se trata sin duda alguna de obras de esos monjes de Montserrat que, con el deseo de incorporar a su arte las novedades que les llegaban del exterior, se esmeraban por aplicarlas a una serie de composiciones. Y lo hacían con pleno éxito, a la vez que de la manera más sencilla, en un todo excelente y a un notable nivel artístico.

En lo que concierne a las obras escritas en el más puro estilo del Ars Nova francés, existen dos explicaciones posibles: fueron compuestas, ya por los músicos de la corte de Aragón en homenaje a la Virgen de Montserrat, o bien por los propios monjes que, bajo la influencia de sus modelos más próximos -esto es, los músicos de la Corte- se habían familiarizado con los secretos de esta nueva técnica musical. Las relaciones entre el Monasterio y la corte de Aragón eran entonces muy estrechas en todos los planos, no solamente porque los propios monarcas profesaban una gran devoción por la Virgen de Montserrat y acudían a menudo para orar en el Monasterio, más también en razón del hecho que en el Siglo XIV Montserrat era ya la abadía más importante del reino aragonés.

Advirtamos en suma, y para concluir, que con la canción O virgo splendens escrita en un estilo más antiguo que el de las restantes piezas del códice, poseemos el que es acaso el postrer modelo que haya llegado a nosotros de composiciones a varias voces escritas en el estilo propio de Montserrat, antes de su asimilación de las novedades del Ars Nova.

Versión Española de JUAN MANUEL PUENTE
(no aparece el autor original)







HESPERION XX

En la antigüedad se denominaba Hesperia a las dos penínsulas más occidentales de Europa: la Itálica y la Ibérica (en griego, Hesperio significa "originario de alguna de esas dos penínsulas"). Hesperio era también el nombre que se daba al planeta Venus cuando al caer la tarde aparecía por Occidente.

Reunidos alrededor de una idea común -el estudio y la interpretación de la música antigua a partir de las premisas nuevas y actuales- Jordi Savall (instrumentos de arco), Montserrat Figueras (canto), ambos españoles, oriundos de Barcelona; Hopkinson Smith (laúd) estadounidense y Lorenzo Alpert (flauta y percusión) de nacionalidad argentina, constituyeron en 1974, bajo el evocativo nombre de HESPERION XX, un conjunto dedicado a la revalorización de ciertos aspectos esenciales del repertorio musical europeo y especialmente hispánico, anterior a 1800. Gracias a la actividad de Jordi Savall en la Schola Cantorum Basiliensis, el conjunto se amplió muy pronto con el consort de violas, como así también diversos instrumentos adicionales, tales como el cornetto, flautas de pico y traverseras, bombardas, clavicímbalo, etc. Sin dejar de lado el repertorio de cámara, las actuales búsquedas de HESPERION XX se orientaron hacia la reconstitución de la exuberante riqueza del conjunto instrumental y vocal de los siglos XVI y XVII.

En la actual problemática de la interpretación de la música antigua, la originalidad de HESPERION XX resulta de la dificultad misma de sus opciones: relación creativa individual en el trabajo de conjunto a través de un objetivo común, la búsqueda de una síntesis dinámica entre los conocimientos históricos, estilísticos y de imaginación creadora, en tanto que asumidos por músicos de nuestro tiempo.