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Pneuma PN-260
mayo de 2000
Urueña, Valladolid
Rasd d-Dayl
01 - Mshalia · laúd [2:35]
02 - Twishya de la Núba · laúd y darbuga [1:40]
عَيْني لِغَيْر جمالِكُمْ لَا تَنْظُرُ
03 - Muwwal ''MIS OJOS CONTEMPLAN TU BELLEZA'' laúd
y canto [10:16]
Nahawand
04 - Taqsím · laúd [5:54]
05 - Sana' Qá'im Wa-Nisf · laúd [3:08]
Zirga
06 - Taqsím · laúd [5:23]
يَهْ دلَا لةً فَأَنْتَ أَهْلٌ لِذَكَ
07 - Muwwal ''¡CAMINA ALTIVO! ¡LO MERECES!''
canto y laúd [2:13]
Hidyaz
08 - Taqsím · laúd [5:59]
09 - Twishya Qá'im wa-nisf · laúd [3:12]
10 - Sana' Qá'im Wa-Nisf · laúd [3:12]
Istihlal
11 - Taqsím · laúd [6:49]
12 - Twishya Quddám · laúd y pandero [3:37]
آه على سَاعةٍ جاد الزِّمانُ بيها
13 - Sanaº Quddám ''EL TIEMPO ME CONCEDIÓ CON
GENEROSIDAD'' laúd y canto [2:10]
Larbi Akrim, ºud (laúd árabe)
El Arabí Serghini Mohammed, canto, pandero y darbuga
LA BELLEZA
CONTEMPLADA
"Sin la música es inimaginable la cultura y la espiritualidad
islámica".
Los teóricos árabes
medievales han analizado el extraordinario poder de la música, y
su relación religiosa con el cosmos, las matemáticas, la
ética y la medicina. Ante el concierto musical de los planetas,
escuchado por las almas antes de la creación de la tierra, unos
se deleitaban más que otros debido a su mayor acercamiento a lo
espiritual. La música, es el vehículo que busca el alma
en su camino hacia la perfección. Para los místicos, la
música es una verdadera ciencia, cuyo fin es elevar las almas al
universo de la santidad. Su poder mágico y terapéutico
articula el vínculo entre sus leyes internas de
composición y acústica, y el mundo de la ética en
la sociedad musulmana.
En el arte islámico en general, y en la música de modo
mas explícito, se llega a una psicología artística
al implicar a los temperamentos y humores humanos, ligados a los cuatro
elementos, fuego, aire, agua y tierra.
Algunas tendencias de la música optaron por la racionalidad
intelectual y por el ideal ético en detrimento de los aspectos
artísticos y lúdicos del hombre. Otros expusieron la idea
del arte y la música como superación de la naturaleza, y
como medio de comunicación con las armonías del mundo
celeste.
MÚSICA
ANDALUSÍ DE LAÚD
"Mira como las cuerdas han adoptado un carácter como el de la
naturaleza humana.
La zir es la primera, porque su sollozo es la queja del
enamorado y la embriaguez del ebrio.
La matná ríe y juega con reproche cuando
juguetean con ella los dedos.
La matlát es la triste, porque está acostumbrada
al llanto, y vibra con el movimiento del indeciso.
La bamm baja su voz como si estuviese fatigada, llorando al
enamorado por el dolor del abandono".
Un poema antiguo anónimo, recogido hacia el año
1800 por al-Ha´ik de Tetuán,
en traducción de Manuela Cortes.
El laúd es el instrumento rey del mundo árabe. En su
origen, antes de la introducción de su quinta cuerda por Ziryab,
sus cuatro cuerdas, afinadas por el intervalo de cuarta, han sido el
espejo donde analizar toda la teoría musical y su
relación con los cuatro elementos. El sonido de cada cuerda
provoca el efecto de cada elemento; calor, liviandad, frialdad,
pesadez. Y mas importante, "el tañer armónico de las
cuatro cuerdas del laúd equivale a poner en armonía todos
los componentes del universo terrestre en paralelo con los celestes, lo
que provoca tal impresión placentera en los hombres que llega a
sanar el estado de enfermedad de sus almas."
La magia artística de la música es tal, que pudo darse el
caso de que un músico entrara en una reunión cortesana,
hiciera reír al público con sus melodías, luego
consiguiera hacerle llorar y, finalmente, lo durmiera aprovechando este
momento para desaparecer de incógnito. Este paradigma de
músico, superior a la plebe, le asemeja de algún modo al
Creador. La destreza de toda obra consiste en imitar al Artífice
creador. El mejor instrumento para conseguir estos resultados es el
laúd. Al pulsar sus trastes se encuentran los acordes exactos
para distinguir los tonos. Y no existe tonalidad que no puedan ser
imitada y expresada por el laúd, para ponerse en sintonía
perfecta y sutil con los humores posibles del alma humana y devolverle
la armonía perdida.
Cuando en una canción la palabra comparte con la música
del laúd su mundo expresivo, cuyo órgano perceptor es
también el oído, además de transmitir
información, al añadirle una melodía y un ritmo
por medio del arte musical, produce "resultados agradables, deleitando
los sentidos, incitando las almas, exhortando la inteligencia y la
hermosura, animando el carácter, alegrando el entendimiento y
recordando el mundo anhelado y ansiado". (Al-Tawhídí de
Bagdad, hacia 1010).
EDUARDO PANIAGUA