مجمعة الششتري  /  الذكر و السماع
Dhikr y Samá‘  /  Cofradía al-Shustarí, Omar Metioui


Música Sufí Andalusí
Poemas del místico Al-SHUSTARÍ, Granada 1212 - Damieta 1269
قصائد صوفية للششتري, غرناطة 1212 - دمياط 1269







medieval.org | spotify.com
Pneuma PN-130

1999

[68:58]











I. Iftitáhiyya · افتتاحية · Preludio

1. CORÁN. Surát al-Ahzáb, 33. 41-48 ¡Oh, los que creéis!   [3:49]

2. ibn MASHÍSH - as-Salat al-Mashíshiyya · Oración   [6:33]

3. al-JAZÚLÍ. al-Bará'a · Oración: O Dios, a nuestro señor Muhammad   [2:16]



II. Tubú’ · طـبــوع · Modos
Gríbt l-Hsín / Gríba Muharrara / Síka
غـريـبـة الـحـســيـن - الـغـريـبـة الـمـحـررة - الـصـيـكـة
al-Shushtarí


4. Basít, Fayru l-Ma'árifi · En el oriente de la recta senda   [3:51]

5.   [4:51]
1. Basít, In kunta tunsifuhu · Si a su mitad llegaras
2. Tawíl, Jala'tu 'idhárí · De amor a Ti
3. Basít, Wa bi' tiyábaka · Desprendente de todos tus vestidos

6. Inshád. Dhá sh-sharáb lahu awání · Esta bebida tiene vasijas que no cata el ignorante   [1:38]

7. Muwashshah   [9:05]
1. Badaytu bi-dhikri l-habíb · He comenzado por invocar al Amado
2. Mudámk yá shayj l-hadra · Tu vino maestro de la sesión, es vino maravilloso
3. Tawíl, Wa dhawwaqa li-l-halláy · Al buen Hallách
4. Nashrab ma' nadímí · Búscame, en la taberna me verás
5. Min sharábiya 'ishrab · Bebe la bebida de mi secreto
6. Wáfir, Sharibnáhá bi-dayrin · Hemos bebido vino en la bodega
7. Muytath, Ta'allaqa l-waydu biyyá · No me deja el sentimiento
8. Jafíf, Tába Shurbu l-mudámi · Qué gozo el vino añejo



III. Al-‘Imára · الــعـمـارة
Danza Sufí o Hadra · Éxtasis o Trance
طـبـوع الـشـرقـي, حـمـدان, رمـل الـمـايـة
Tubú' al-Hiyáz al-Mashriqí. Raml l-Máya Hamdán


8. Hulal, Lá Iláha illá l-láh / Alláh   [7:33]

9. [26:45]
1. Tawíl, Famá zála yasqíná · No cesa de servirnos de su gracia
2. Jafíf, Tába shurbu l-mudámi · Qué gozo el vino añejo
3. Muwashshah, Yá nadím 'isqi l-awání · Compañero, llena las vasijas
4. Zayal, Sultán hád l-hadrá · Sultán de esta sesión es un copero
5. Kámil, Wa shrab mina r-ráhi · Bebe el vino de dicha que se ofrece
6. Mujalla' al-Basít, Yá sáhi hal háhihi Shmúsu · Ay compañero
7. Muwwál 1, Fa-'ayába l-faqíhu · Declara el alfaqui: del fermentado producto de la vid
8. Muwwál 2, Áhi yá dhá l-faqíh · Consideramos el consumo ilíto
9. Muwwál 3, Latarkta d-dunyá · Ay Alfaqí si tu lo degustaras
10. Zayal, Hayyamní lammá tayallá li-l-fu'ád · Me enamoró cuando se manifestó al corazón
11. Muwashshah, Law kunta dhá t-tisáli · Si tuvieras conexión varías que la excelsitud tiene luz
12. Muwashshah, Al-hubbu afnání · El Amor me ha extinguido cuando vivía
13. Zayal, Ta'lam yá jillí · Amigo es cualidad mía beber néctar
14. Muwwál 4, Wa Shrab mina r-ráhi · Bebe el vino de dicha que se ofrece
15. Muwwál 5, Wa Djul ma'a n-nudmáni · Escucha y abandonate a los sones
16. Muwwál 6, Wa jla' 'idháraka · Y de estos allegados comensales
17. Zayal, Man yahím fi yamalí · Quien se prenda de mi bellaza
18. Jafíf, Záraní man 'uhibbu · Me visitó el amado antes del alba
19. Zayal, 'Innamá nafshí sirrí · Sólo revelo mi secreto a mis íntimos

10. CORÁN. Súrat at-Tawba, 9.127-128 · ¡Profeta! Nos te hemos enviado como testigo   [2:37]




COFRADÍA AL-SHUSTARÍ
Omar Metioui: Dirección, ‘Úd, voz

Omar Metioui, ‘úd, voz

Hasan Ajyar, Mohamed Berraq, Abdeljalaq Hdaddou, Mohamed Alami,
Abedelhamid Al-Haddad, Abderrahim Abdelmoumen, voz

Said Belcadi, voz, tbel
Abdeslam El Amrani Boukhobza, tár, voz

Ahmed Al Gazi, r’báb
Mohamed Agdour, d'rbúga, b’ndír

Abdeljalaq Hdaddou, voz, faqír
fuqárá (respiraciones y danza):
Mohammed Dahdouh, El Kakir Touihar, Mountasser Touihar, Said Bekbashi, Mohammed Cherif




Traducción de textos: Federico Corriente, Pablo Beneito, Cecilia Twinch
Sonido: Luis Delgado • Masterizado: Hugo Westerdhal • Diseño gráfico: Luis Vincent
Producción y coordinación de música, documentación y fotos: EDUARDO PANIAGUA
Grabado el 27 y 28 de Septiembre de 1998 en el Palacio de las Instituciones Italianas “Mulay Hfid”, Tánger, Marruecos
Agradecimientos: Dolores Gavira (Instituto Cervantes, Tánger), Felisa Sastre (ICMA) y Cónsul de Italia en Tánger













SUFISMO

La expresión sufí aparece por vez primera en el año 776 atribuyéndose a un asceta iraquí. En el siglo IX se utiliza para designar a austeros místicos y ascetas de Bagdad. En los años 980 y 991 se instauran en El Cairo y Bagdad respectivamente las primeras cátedras de enseñanza sufí.

La etimología más aceptada de la palabra sufí es la que la relaciona con súf (lana), ya que el sufí iría cubierto por una capa de lana, signo exterior de pobreza y desapego. Otra explicación la relaciona con safa (pureza), simbolizando la purificación de los deseos en la espiritual vida del místico. También se ha comparado el término sufí con la palabra griega sofía (sabiduría), por la tendencia hacia la filosofía y el conocimiento de ciertos místicos herederos del helenismo y el cristianismo.

Aunque según Ibn Jaldún (1332-1406), la enseñanza del sufismo está situada entre el Kalám, teología clásica musulmana, y la interpretación de los sueños (visiones, imágenes, emociones), el sufismo es ante todo una experiencia interna y una forma de vida y comportamiento que conjuga el retiro a la soledad del desierto interior y la salida de si mismo a través del éxtasis, para el encuentro amoroso con Dios.


LAS COFRADÍAS

Desde los orígenes del Islam, los fieles se agruparon en torno a los maestros espirituales, que serán la referencia para sus seguidores formando las cofradías. El maestro perpetuará el Camino o la doctrina y costumbres que haya trazado, y los estrechos lazos comunitarios que identifiquen a sus seguidores. Las cofradías eran refugio de los peregrinos, tanto material como espiritualmente, permitiéndoles participar en las ceremonias colectivas de los sufíes como los Samá, conciertos espirituales con canto, música y danza, o los Dhikrs, plegarias repetitivas que atraían a un público fascinado por estas expresiones de lo sagrado.

Las cofradías han sido consideradas el “alma del Islam”, siendo aguijón de las conciencias, y ejerciendo influencia sobre la educación, la cultura y la vida política y social.

Los historiadores han visto tres períodos en la compleja evolución de las cofradías.

Una primera etapa aristocrática, semejante a lo que más tarde sería los comienzos de las órdenes mendicantes como los franciscanos, donde el maestro y varios discípulos recorren caminos y ciudades, viviendo juntos sin reglas precisas, cargados de emotividad y experimentando prácticas de devoción individuales y comunitarias. Esta etapa tiene las características de: juego, recogimiento, entusiasmo y éxtasis.

En una segunda etapa de madurez y adaptación a la sociedad burguesa, durante los siglos XIII al XV, desde Siria a Andalucía, las cofradías se organizan y precisan las doctrinas, los métodos y las reglas de vida, y se definen los caminos (tariqat).

A partir del siglo XVI y bajo el influjo del Imperio Otomano, en una tercera etapa popular, las cofradías sufíes se multiplican y ramifican sobre la base de la figura del maestro fundador, una cadena iniciatica con subordinación jerárquica, y el culto de los santos. Se compaginan varios elementos, por una parte un misticismo demasiado intelectualizado, y por otra un sufismo popular, en ocasiones mezclado de creencias mágicas.

Ibn Arabi (1165-1240), nos informa que en los siglos XII y XIII las cofradías y los sufíes de su Andalucía natal y del Norte de África presentaban numerosas escuelas, congregaciones y tendencias religiosas, cuya unidad, a pesar de las diferentes condiciones familiares y profesionales, provenía de las prácticas religiosas idénticas, más que de una regla y vida común. Algunas cofradías consagraban su vida en defensa del derecho y la protección del débil contra la violencia y la injusticia, tomando las características de una orden de caballería.

La cofradía de Mewlana, fundada en Turquía por los discípulos de Jalalodin Rumi (1207-1273), llevó las practicas religiosas (Samá) con música, cantos y la danza circular de los derviches giróvagos a un ejercicio místico de la más alta categoría.



AL-SHUSHTARÍ, poeta sufí-andalusí

“!Excitadme... y echadme a mi desierto!
Y mentadme el Nombre
de quien resucita los restos mortales.”

Al-Shushtarí (1212-1269), nacido en una aldea de Guadix, Granada, es un gran poeta místico. Como Ibn Arabí (Murcia 1165- Damasco 1240), su familia era de rango social elevado y de ferviente fe. Estudió la jurisprudencia y sabiduría musulmana junto a los preceptos del Profeta y la literatura árabe y andalusí.

Ávido de instruirse viajó como comerciante por las ciudades del Norte de África, haciéndose discípulo del místico andalusí Abú Madyam (m. 1197). Su vida cambió radicalmente al encontrarse en Bugía con el sufí Ibn Sab´in (Murcia 1217- Meca 1269), adepto a la filosofía de Ibn Arabí, que le amonestó “Si buscas el paraíso vete con Abú Madyam, pero si deseas aproximarte al Señor del paraíso sígueme”.

Transformado por este encuentro y haciéndose “esclavo” de Ibn Sab´in, Shushtarí se convierte en predicador y músico ambulante. Siguiendo a su maestro, o a solas, va de feria en feria bailando y cantando sus versos, por vez primera en la forma de zejel comprensibles para el pueblo, acompañado de panderos, otros instrumentos y en ocasiones con un coro de discípulos.


“Antes de hoy estaba perplejo,
dando vueltas por los rincones del universo.”

“Tu aumentaste mi borrachera con exquisito vino, luego me hablaste como sabes
y yo comprendí tus palabras.
Y vi tu rostro celestial al quitarte el velo.
Después me convertiste en guardián de mi esencia
y fuiste tú el vigilante.
Eres mi vida y estás en mi esencia siempre presente.”

Ardientes poemas para cantar los éxtasis del amor y de la embriaguez producida por el vino del encuentro y de la unión, llenos de erotismo en sus imágenes y de simbolismo esotérico, que hoy requieren conocer las metáforas de la terminología sufí para su profunda comprensión.

Por su sabiduría y en contraste con este tipo de vida, fue invitado en Trípoli para ser nombrado juez, rechazando esta oferta para ir a enseñar en la mezquita universidad de al-Azhar de El Cairo. En 1249 lucha contra los cruzados en su ribat (castillo-monasterio) de Damieta, y más tarde viaja a Damasco y a la Meca para encontrarse con su maestro que le había dejado al frente de todos sus discípulos.

Siguiendo a Ibn Arabí e Ibn Sab´in cultivó el diálogo con los monjes cristianos de Egipto y Siria, provocando discusiones filosóficas y familiarizándose con sus costumbres y creencias, cuestiones que reflejan en sus poemas, especialmente en los sutiles conceptos místicos del tomar el vino, alusión velada a la Eucaristía cristiana.

“Muéstrate respetuoso en el umbral del convento
y descálzate. Saluda a los monjes y haz alto allí.”

“Oh, Sa´d, dile al monje dentro del monasterio
¿Es aquello una linterna o una copa de vino?”

“Fíjate: ya aparece el sol del vino.
La penumbra ha vencido a la claridad del día.”

Muerto su maestro, perseguido por los ortodoxos islámicos, y asolado por la enfermedad, Shushtarí murió en Tina, en las proximidades de Damieta, rodeado de numerosos discípulos y convertido en una figura principal del sufísmo.

“Yo tenía un amante.../ le dije: Visítame y obtendrás lo que quieras y más.../...¿Qué hizo?.../ Me cogió en su red... me desnudó.../ esgarrandolo todo, .../ me pegó... tomándome entre carne y sangre, / entre el nombre y lo nombrado, ...hasta mi cerradura más escondida... Me dijo tirandome de las orejas: / Es fuerza ahora que me abras por tu bien esa cerradura.../ La abrí, me poseyó, y yo, después, lo poseí. / Recorrí y visité todo el Ser. / Allí estoy como un galápago en el camino, / sin rival, ni espía, ni sociedad.”
Trad. Emilio García Gómez

Su poesía trata del amor de Dios, la unidad, el conocimiento y la identificación con Él, utilizando la música como recurso para encontrar la correspondencia entre el mundo sensible y el mundo espiritual.

Sus versos se cantan desde el siglo XIII hasta hoy en los conciertos espirituales y danzas del Samá de las cofradías sufíes de muchos paises, siendo un repertorio muy querido en las cofradías marroquíes.


LA ORACIÓN

Los maestros sufíes describen diversos tipos de oración: la litúrgica obligatoria o canónica; la supererogatoria sin obligación y según circunstancias; los jaculatorios ocasionales; la lectura meditativa del Corán; la oración silenciosa; la contemplación solitaria; el Samá, canto religioso acompañado o no de instrumentos musicales, gestos y danza; y el Dhikr o remembranza de los nombres divinos.

El Dhikr es la forma mas conocida y característica de oración. La plegaria repetitiva a modo de letanía, ya sea mental u oral, recitada o cantada, individual o colectiva, con o sin concordancia rítmica de aliento, es el ejercicio más extendido entre los sufíes. Se le atribuye el poder psicológico de penetrar en el recitador atento los atributos divinos que evoca la palabra: Sabio, Eterno, Bello, Unión, etcétera. Recitar los nombres divinos impulsa al místico a identificarse intensamente con Dios, en quien se realiza de modo perfecto el sentido de esos Nombres. Teopatías y teomorfosis similares a las buscadas por los místicos cristianos tanto de Oriente como de Occidente, llegando los sufíes a exclamar expresiones como “Yo soy la Verdad” “No hay mas que Tú en mí”, realizadas por el místico revolucionario y mártir Hallaj (858-922), llamado “el Cristo del Islam”.

Abú Hamid Ghazali (1058-1111), contemporáneo de la caída de Jerusalén en manos de los cruzados, resume el camino del Dhikr así: “Mantendrás vacío el corazón pero con la atención concentrada y orientada hacia Dios.

Al comenzar a recitar tu lengua repetirá asiduamente el nombre de Dios. No dejarás de decir !Alá! !Alá! con atención despierta e inteligente, hasta que llegues a un punto en que, si dejaras de mover la lengua, te parecería que la palabra continúa pronunciándose por sí misma. Continuarás así hasta que veas tu alma y tu corazón pulidos por este dhikr sin que se mueva la lengua. Así tenazmente hasta que desaparezcan las letras y sólo quede el sentido del vocablo, estando a la espera de la iluminación.

La iluminación puede ser un relámpago o puede durar y permanecer, lo que hace que los tipos de santidad varíen hasta el infinito.”

“Mi silencio es el verbo que deseas,
oh escuchador de la oscuridad...”

El Samá, denominado concierto espiritual del cielo, une canto, música y danza, símbolo de la ronda de los astros, poderosa manifestación teofánica. El sufí ingresa en el círculo del Samá y desposa así el pensamiento con la voluntad del Creador. Con amorosa aceptación desea vibrar con el cosmos y alcanzar la unión con la divinidad. El Samá mueve y conmueve pudiendo conducir a la unión extática con Dios, o al menos a una intensa comunión con Él.

El sufismo responde a la tradición de los pueblos mediterráneos. En el mundo actual todavía existe ese afán liberador que lucha contra la modernidad destructiva. En el sufismo podemos descubrir ese ansia de relación con Dios que más o menos veladamente existe en todos los hombres.

EDUARDO PANIAGUA





El contenido musical de este disco de Pneuma “Dhikr y Samá’” de la cofradía al-Shushtariyya, producido y editado por Eduardo Paniagua bajo el patrocinio de la AECI (Agencia Española de Cooperación Internacional), da continuidad al disco Ritual Sufí-Andalusí editado por la serie Hispánica de Sony Classical, realizado con los mismos músicos, autores y producción. Recoge el espíritu sufí y estas prácticas desconocidas en el mundo occidental, junto con los poemas embriagadores de al-Shushtarí, ofreciendo su belleza e intensidad con las que es fácil que sintonice la sensibilidad y la religiosidad del ser humano universal.