Obras maestras del canto andalusí
/ Omar Metioui
Poemas de Ibn Sahl de Sevilla, 1212-1251
medieval.org
Sony "Hispánica" SK 60 076
1997
[70:38]
I. Tab‘ r-rasd
1. inshád - metro tawíl [6:20]
laqad kuntu ardjú :: Esperaba que me concedieras tus
favores
لقد قنت أرجو
Saad Temsamani, Hasan Ajyar, Abdeslam Sefiani · ‘ud
2. tajlíl basíT - metro basíT [3:11]
dá'ú l-hawá :: La enfermedad de la
pasión
داء الهوى
Saad Temsamani, Hasan Ajyar, Abdeslam Sefiani · ‘ud
II. tab‘ S-Síka
3. inshád - metro Tawíl [6:18]
yamínan bi-díní :: Juro por mi
religión
يمينا بي ديني
Saad Temsamani · ‘ud
4. tajlíl basíT - metro basíT [3:02]
yá sáliba l-'aqli :: Oh tú que el
corazón me robas
يا سالب بالعقل
Saad Temsamani · ‘ud, darbuga
5. muwwál - metro kámil [7:42]
lammá ra'á-ní :: Cuando me ve el amado
لما راني
Saad Temsamani · ‘ud
III. Tab‘ rasd d-dayl
6. inshád - metro Tawíl [4:41]
adhúqu l-háwá :: Siento el sabor de la
pasión
أذوق الهوى
Hasan Ajyar · ‘ud
7. tajlíl basíT - metro basíT [2:58]
sal fí dh-dhalámi :: Cuando llegue la noche
سل في الظلام
Hasan Ajyar · ‘ud, darbuga
8. muwwál - metro kámil [17:13]
qalbu l-mu'anná :: Con tu imagen en sueños
قلب المعنى
Hasan Ajyar · ‘ud
IV. Tab‘ al-Hidjáz
al-kabír
9. inshád - metro madíd [4:07]
yá burayqa l-gawri :: Oh relámpago fugaz
يا بريق الغور
Abdeslam Sefiani · ‘ud
10. tajlíl basíT - metro basíT [2:10]
hal tashtafí :: Se alegran con mi mal
هل تشتفي
Abdeslam Sefiani · ‘ud, darbuga
11. muwwál - metro kámil [7:05]
danifun qaDá :: Soy un enfermo grave
دنف قضى
Abdeslam Sefiani · ‘ud
V. Tab‘ ‘iráq
al-‘ayam
12. San‘a - metro kámil [5:52]
al-ardu qad labisat :: La tierra viste un manto de verdor
الأرض قد لابست
Saad Temsamani, Hasan Ajyar, Abdeslam Sefiani · ‘ud,
rabab, darbuga
Saad Temsamani · Omar Metioui · Abdeslam Sefiani
Hasan Ajyar · Abdeslam Sefiani
Saad Temsamani, canto #1-5, 12
Hasan Ajyar, canto, #1-2, 6-8, 12
Abdeslam Sefiani, canto #1-2, 9-12
Omar Metioui, ‘ud (laúd)
Ahmed Al Gazi, darbuga, #4, 7, 10 · rabab #12
Eduardo Paniagua, darbuga #12
Omar Metioui, director musical
Sonido: Tyrel, L.C. Esteban y J. Coble
grabado del 16 al 18 de junio de 1997
en el refectorio de Hermanos Conversos del Monasterio Cisterciense
de Santa Maria de Huerta, Soria
producción: Eduardo Paniagua
supervisor de Hispánica: Rafael Pérez Arroyo
El canto de al-Andalus
“No dejaré el canto mientras los pájaros
gorjeen”
Príncipe Abulasbag Abdelaziz, hermano de al-Hakem II. Siglo X
Para el texto poético de las bellas melodías del canto
libre andalusí se ha seleccionado al poeta del siglo XIII Ibn
Sahl de Sevilla, de origen judío, convertido al Islam en tiempos
de la Sevilla amenazada por Fernando III y Alfonso X de Castilla y
León. Ibn Sahl es un español perfecto representante de la
civilización mediterránea medieval, basada en la
cercanía de las tres culturas: árabe, cristiana y
judía.
Ibn Sahl, poeta amoroso que murió antes de cumplir los cuarenta
años, dedicó lo mejor de su obra a un muchacho
judío llamado Musa.
“Amigo, si no sabes que la desgracia puede ser deleitosa
y parecerse a la gloria la humillación, enamórate”.
Segun el Almoctabis de Ibn Hayyán (s. IX) (cita de J. Ribera)
“Es práctica constante en España que todo aquel que
empieza a aprender el canto comience por la recitación como
primer ejercicio, acompañándose de cualquier instrumento
de percusión; inmediatamente después, el canto simple o
llano, para seguir luego su instrucción y llegar al fin a
géneros movidos, según los métodos de
enseñanza que introdujo Ziryáb (Bagdad 789 - Cordoba 857).
Cuando este maestro se prestaba a enseñar el canto, mandaba al
discípulo que se sentase en una almohada de cuero y que forzara
la voz. Si el discípulo poseía voz potente, comenzaba su
enseñanza sin necesidad de otra preparación; pero si era
de voz escasa ordenábale que se atara el vientre con un turbante
para fortalecerla por ese medio, no dejando la voz ancho espacio en la
parte central del cuerpo al salir por la boca. Si el discípulo
cerraba esta al cantar, o no separaba las mandíbulas, le mandaba
que se metiese en la boca un trozo de madera de tres dedos de ancho, y
que pasara de este modo algunas noches, hasta conseguir que se
separasen las mandíbulas.
Con el fin de observar las condiciones naturales de la voz del que
deseaba ser su discípulo, le hacía gritar con toda la
fuerza que pudiese la frase ya hacham o simplemente un ah,
y que mantuviese el grito un buen rato. Si notaba que la voz era clara,
pura, fuerte, intensa, perfecta, es decir, sin mezcla de sonidos
nasales, ni embarazos de lengua, ni dificultades de respiración,
y estimaba que el aspirante poseía condiciones para aprender,
indicábale que podía enseñarle; pero si
percibía faltas naturales que imposibilitaran el éxito,
le hacía desistir de aprender y no le enseñaba”.
Las voces de nuestros cantores, ejercitadas en la perfecta
pronunciación del canto coránico, expresan pulcramente
los poemas con los sutiles matices de los adornos melódicos y
los recursos vocales heredados del canto andalusí.
La serena, terciopelada y reflexiva voz de Hasan, contrasta con la
limpia, íntima emocionada voz de Saad, y con la desenfadada,
brillante y cautivadora voz de Abdeslam.
Tres maestros que, por su experiencia, sensibilidad, humanidad y
riqueza cultural del canto, acompañados de versos encendidos, y
espoleados y dirigidos por el laúd de Omar Metioui, nos dan el
más puro aroma de las obras maestras del canto libre de
Al-Andalus.
Eduardo Paniagua
Ibn Sahl Sevilla (1212-1251)
“Dicen: Estás hundido. Y yo añado: En el mar del
amor”
Abú ‘Isháq Ibráhím Ibn Sahl
nació en una familia judía de Sevilla hacia 1212. Desde
muy joven frecuentó a los musulmanes y estudió la lengua,
la literatura y la gramática árabes, así como las
ciencias coránicas con los mejores maestros de Sevilla, donde se
convirtió al Islam. Además, se interesó por la
medicina y la astronomía. Entre sus compañeros de clase,
con quienes entabla gran amistad, podemos citar al gran historiador de
la literatura andaluza Ibn Sa‘íd y a Ibn ‘Umar
al-Abadí de Sevilla . Les gustaba pasear por los distintos
lugares de recreo, y estas salidas eran para él y para sus
compañeros una ocasión para dedicarse a la
improvisación poética que se manifestaba a través
de la descripción minuciosa y artística de los lugares
visitados, la naturaleza, etc. La inspiración de nuestros
jóvenes poetas estaba alimentada por la compañía
de “bellos rostros” según el testimonio del propio
Ibn Sa‘íd
En esta turbulenta época de la historia medieval
española, Sevilla estaba gobernada por Ibn Húd, que
buscó la protección de Bagdad ante la amenaza de los
reinos cristianos del norte.
Ibn Sahl tenía una gran memoria y una excelente capacidad de
improvisación poética. Se convirtió en un
personaje célebre antes de los veinte años. Según
el testimonio de su íntimo amigo Ibn Sa‘íd, Ibn
Sahl fue el poeta más grande de su época.
Después de que se marchara su amigo Ibn Sa‘íd, al
ser destinado su padre a Algeciras, Ibn Sahl empezó a meditar
sobre su futuro en una Andalucía sumida en guerras fratricidas y
continuas revueltas y en la que, una tras otra, empezaban a caer las
ciudades a manos de los cristianos, Zaragoza (Alfonso I, 1118),
Córdoba (1236), Valencia (1238), etc. Buscando la
protección de algunos gobernadores, como Ramíní.
de Almería, Abú ‘Abbás al-Yanashtf de Ceuta
e Ibn al-Yanashtí de Sevilla, utilizó su arte y les
dedicó panegíricos. Salvado por el gobernador de Menorca
Ibn al-Hakam de los guerreros que atacaron el barco que le llevaba a
Túnez, Ibn Sahl compuso para él un panegírico.
Después de este incidente, decidió quedarse en Menorca,
entre 1244 y 1245, un reino pacífico y prospero donde las
ciencias y las artes se desarrollaron durante más de medio siglo.
Ibn Sahl emigró hacia 1248 a Ceuta, políticamente
asociada al reino de Sevilla, donde ocupó el puesto de
secretario del gobernador Ibn Jalás. La época de Ceuta
fue fecunda para Ibn Sahl, componiendo once poemas, entre los cuales
hay ocho panegíricos en honor de Ibn Jalás.
Hasta nuestros días los investigadores que se han interesado por
la vida y la poesía de este gran poeta andaluz se dividen entre
los que creen en la sinceridad de su conversión al Islam, y los
que la estiman dudosa. El argumento de los primeros es la falta de
interés de los nuevos convertidos al Islam, dado el declive del
reino árabe-musulmán en Andalucía. En cuanto a los
segundos, estiman que el uso que hace del Corán en su
poesía es poco serio y marca su distancia con respecto a la fe
islámica. Preguntado sobre la sinceridad de su conversión
por su amigo Ibn Sa‘íd contestó: “Las
apariencias son para los hombres y lo que está oculto para
Dios”. Esta respuesta no hizo más que aumentar la
polémica creada alrededor de este apasionante tema.
“Ha quemado mi corazón
el aire de un suspiro
y mis ojos, desde que te ausentaste,
no han dormido”
La versión más plausible de su muerte es que se ahogara a
bordo del al-Maymún. Este velero se dirigía a
Túnez para llevar un presente de Ibn Jalás al jefe de los
Hafsíes (que reinaron entre 1229 y 1574). El propio hijo de Ibn
Jalás, que estaba al mando de esta delegación, fue
víctima de esta peligrosa misión.
Poesía de
Ibn Sahl
“Todo el que me censura pon amarlo
se maravilla cuando ve mi constancia”
Ibn Sahl trata fundamentalmente dos temas en su poesía. La
primera parte de su vida está dedicada a la poesía
lírica, erótica, amorosa (gazal) en la que
describe su amor platónico (‘udhrí) por el
joven Musa.
“He sido fulminado por la luz de Musa
no peudo permanecer de pie cuando lo veo”
La segunda parte, después de su partida de Sevilla, está
centrada en gran parte en los panegíricos. Otros temas que
encontramos en su obra se interesan por la descripción de la
naturaleza, elegías, temas báquicos, etc.
En Andalucía, Ibn Zaydún (1004-1070) introdujo
innovaciones en la poesía lírica cortesana que ya
existía desde la época pre-islámica (Yáhiliyya),
empleando un lenguaje sutil, refinado y rebuscado, e integrando en este
género las nuevas formas poéticas creadas en
Andalucía, la muwashshah y el zejel.
Ibb Sahl utilizó la muwashshah en su poesía, sin
por ello descuidar la qasída (poesía literal
clásica monometro y monorrima). Utilizó un lenguaje rico
en hallazgos sonoros y rítmicos. Sus muwashshah tienen
una gran musicalidad y han sido imitados, en vano, por otros poetas. La
otra característica de este poeta es el uso frecuente de
expresiones y lenguaje coránico. A través de su
poesía descubrimos su fervor por demostrar su gran conocimiento
de la lengua árabe y del libro santo del Islam.
Según Teresa Garulo (Ben Sahl de Sevilla,
Poemas-Poesía, Hiperión Madrid, 1996) su poesía
traza su biografía sentimental.
“Si la luna viera su rostro, se prosternaría;
si el cuanto creciente viera su mejilla,
enrojecería de vergüenza”
Igual que Ibn Hazm (994-1063) y ‘Abbas Ahnaf, lbn Sahl eleva al
ser amado al rango de criatura celeste. Para él el amor
platónico es una religión que siente el corazón y
que la lengua declara. Los temas giran en torno a la separación
de los enamorados, su desesperación frente a la soledad, su
abandono sentimental, etc. En el concepto del amor virginal, el amante
es un personaje que obedece ciegamente y se somete a los caprichos del
que ama. En su poesía, Ibn Sahl ofrece una imagen del amante
desgraciado y consumido por la enfermedad del amor. El agotamiento
físico le lleva a la sumisión del espíritu y a la
humillación “gloriosa” que produce el amor ‘udhrí.
Las lágrimas y el insomnio son los únicos
compañeros del poeta. No tiene ninguna esperanza de
curación, ya que el ser amado es a la vez la enfermedad y el
remedio. Para Ihsán ‘Abbás (Díwán
Ibn Sahl al-Andalusí, Dar Sader Beirut, Líbano 1980),
su genio poético pertenecía a la época
romántica en un periodo clásico.
En la poesía de Ibn Sahl, el joven Musa ocupa el lugar de la
“bien amada” del amor cortés. Es un ser celestial
hecho de luz. Igual que Moisés el profeta, es capaz de hacer
milagros y embellecer la existencia, etc. La descripción del
“ser amado” es la de un personaje tímido que
coquetea con el amante, intenta gustarle pero no cumple sus promesas,
no respeta los pactos, no concede fácilmente sus favores y al
que no parece afectarle el sufrimiento del amante. Los demás
temas hablan del impago por parte del “ser amado” de sus
deudas y del miedo a la separación y a la ruptura.
Ibn Sahl es un poeta conocido en el occidente musulmán. Su
popularidad se concreta en la elección de algunos de sus poemas
en los célebres cuentos de Las mil y una noches.
Todavía hoy en día en el norte de Africa y en Egipto se
canta su poesía. Algunos de sus poemas se han recogido en el
repertorio de Música Andalusi (al-‘ála) de
al-Háyk (1800) y en la antología del argelino Edmond
Yafil, “Repertorio de Música Árabe y Mora”
(principios del siglo XX). Otra prueba de su fama es el importante
número de copias que se encontraron de su díwán
y el número de publicaciones y reediciones del que ha sido
objeto. Al gran maestro de música andalusí de Marruecos,
Moulay Ahmed Loukili (Fez -1909-Rabat 1988) le gustaba inspirarse en el
díwán de Ibn Sahl para sustituir algunos poemas en
la interpretación del Dary de la Núba al-Hiyáz
al-Mashriqí.
“Soy un enfermo grave, cuya desgracia
ha decretado el poder de la belleza
y que ha muerto de tristeza
antes de redimir sus deudas”
El arte del
inshád en la tradición andalusí
El inshád es un canto libre, sin compás, basado
en una melodía y en un número determinado de versos
poéticos. Es ejecutado por una voz en solitario y ha llegado
hasta nosotros gracias a la tradición oral. Se presenta bien
como un recitativo que introduce un mizán (una de las
cinco fases de una núba) o bien como un intermedio entre
dos mizán consecutivos o entre las san‘a
(canciones) del mismo mizán.
Fechtali, historiador de la dinastía Saadí describe las
ceremonias que tenían lugar en las hermandades religiosas (záwya)
en presencia del monarca al-Mansúr (1603- 1659) con la
ocasión del aniversario del profeta Mohammed (mawlid). En
esta época, los cantantes (musamm'in o munshidín)
practicaban el canto del inshád. Esto lleva al
musicólogo Ibn Abdeljalil (Fez, 1931) a pensar que el inshád
pasó del círculo del samá‘
(concierto espiritual) al de la música andalusí (‘ala).
Al-Háyk (1800) anota cuidadosamente en su celebre
recopilación, la poesía del inshád que
corresponde a cada núba. El centro de aprendizaje de ese
canto sigue siendo la záwya. El inshád
exige del munshid una bella voz y un perfecto dominio de los
tubú‘ -modos- (plur. de tab‘) así como el don
de la improvisación.