Cantigas de Santa María  /  Capella de Ministrers


Alfonso X el Sabio








capelladeministrers.com
CDM 2150
2021

[67:51]











1. Cantiga 18  [7:52]   LA RUTA DE LA SEDA   CSM  18
Por nos de dulta tirar

2. Cantiga 29  [3:22]  LAMENTO DI TRISTANO   CSM  29
Nas mentes sempre tẽer devemo-las sas feituras

3. Cantigas 41/119  [4:23]   LA RUTA DE LA SEDA   CSM  41   CSM  119
A Virgen, Madre de Nóstro Sennor / Como somos per conssello do démo perdudos

4. Cantiga 76  [2:42]  MORESCA   CSM  76
Quenas sas figuras da Virgen partir quér

5. Cantiga 99  [2:00]  MORESCA   CSM  99
Muito se deven tẽer por gentes de mal recado

6. Cantiga 105  [4:11]  LAMENTO DI TRISTANO   CSM  105
Gran pïadad' e mercee e nobreza

7. Cantiga 132  [3:51]  RAMON LLULL, MEDITERRANEUM   CSM  132
Quen leixar Santa María por outra, fará folía

8. Cantigas 139/183  [2:45]  LAMENTO DI TRISTANO   CSM  139   CSM  183
Maravillosos e pïadosos e mui fremosos miragres faz / Pesar há Santa María de quen por desonrra faz

9. Cantiga 159  [2:45]  RAMON LLULL, ARS ANTIQUA   CSM  159
Non sofre Santa María de seeren perdidosos

10. Cantiga 166  [3:11]  LAMENTO DI TRISTANO   CSM  166
Como póden per sas culpas os hómes seer contreitos

11. Cantiga 167  [2:10]  MORESCA   CSM  167
Quen quér que na Virgen fía

12. Cantiga 173  [3:34]  LAMENTO DI TRISTANO   CSM  173
Tantas en Santa María son mercees e bondades

13. Cantiga 189  [4:50]  MUSICA ANGELICA   CSM  189
Ben póde Santa María guarir de toda poçôn

14. Cantiga 192  [3:26]  MORESCA   CSM  192
Muitas vegadas o dém' enganados ten os hómes

15. Cantiga 193  [3:22] MORESCA   CSM  193
Sôbelos fondos do mar e nas alturas da térra

16. Cantiga 205  [3:21]  MORESCA   CSM  205
Oraçôn con pïadade oe a Virgen de grado

17. Cantiga 212/12  [2:03]  EL GRIAL   CSM  212   CSM  12
Tod' aquel que pola Virgen quisér do séu ben fazer / O que a Santa María mais despraz

18. Cantiga 265  [3:18]   LA RUTA DE LA SEDA   CSM  265
Sempr' a Virgen santa dá bon gualardôn

19. Cantiga 339  [4:43]  MUSICA ANGELICA   CSM  339
En quantas guisas os séus acorrer sab' a Virgen




La edición de este disco es conmemorativa del 800 aniversario del nacimiento de Alfonso X el Sabio, el X aniversario de Early Music Morella y el Año Santo Xacobeo 2021. 





CAPELLA DE MINISTRERS
CARLES MAGRANER, dirección

Mara Aranda, Èlia Casanova, Pilar Esteban, Iman Kandoussi
Josep Benet, Jordi Ricart, Luis Vicente

Carles Magraner — viella, rabel, violas
David Antich — flautas, aulós
Kaveh Sarvarian — nay & tombak
Begoña Olavide — cítara
Robert Cases — arpa, laúd medieval, cítola, vihuela de péñola
José Luis Pastor — laúd medieval, cítola
Octavio Lafourcade — vihuela
Juan Carlos de Mulder — vihuela
Manuel Vilas — arpa
Aziz Samsaoui — ud, qanun, zaz çura
Juan Manuel Rubio — zanfoña, ud, arpa
Efrén López — zanfoña, salterio, sas
Jota Martínez — zanfoña, organistrum, riq, laúd medieval, guiterna, añafil
Eduard Navarro — düdük, chirimías, cornamusa, ud, paku
Katharina Baüml — chirimías
Ricard Casany — trompeta
Graham Nicholson — trompeta
Ignasi Jordá — exaquier, organetto
Pau Ballester — percusión
Miguel Ángel Orero — percusión


Con la colaboración de:
Lluís Vich Vocalis, Música Reservata de Barcelona y Cor de la Generalitat Valenciana


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CDM 2150

Textos de Maricarmen Gómez Muntané

Idiomas: valenciano, español e inglés

Ingeniero de mezcla y masterización: Jorge García Bastidas (dbc estudios)

Portada: Pórtico de la Majestad de la Colegiata de Santa María la Mayor en Toro (Zamora). Fotografía de José Luis Leal.

Diseño y maquetación: Annabel Calatayud

DDD 67'53''
Depósito legal: V-89-2021

Las obras recopiladas en este disco corresponden a las grabaciones de Capella de Ministrers:
El Grial (CDM1845),
La Ruta de la Seda (CDM1743),
Ramon Llull (CDM1640),
Moresca (CDM1028),
Musica Angelica (PMV004) y
Lamento di Tristano (CDM0307).

Las grabaciones han sido realizadas y masterizadas por “dbc estudios” y “Tabalet estudios” en
la Iglesia de Santa María de Requena,
Capella de la Sapiència del Centre Cultural la Nau de València,
Dormitorio del Centre del Carme Cultura Contemporània de València y
el Salón Alfonso el Magnánimo del Centre Cultural la Beneficència de València.












Las Cantigas de Santa María y su contexto

El 23 de noviembre de 2021 se cumplen 800 años del nacimiento de uno de esos raros gobernantes del pasado cuya fama se debe antes a su legado intelectual que al político: Alfonso X, apodado el Sabio, rey de Castilla y León. Primogénito de Fernando III (c.1200-1252) y Beatriz de Suabia, a lo largo de su reinado don Alfonso intentó proseguir con mayor o menor acierto la política reconquistadora de su padre, al tiempo que desarrolló una intensa actividad diplomática en Europa, como aspirante a la corona imperial de Alemania, con nulos resultados.

Felizmente, este monarca poco hábil en el terreno de la diplomacia y de la guerra había empezado a cultivar, desde muy joven, el arte de la poesía. Era una afición extendida entre los miembros de la más alta nobleza europea desde tiempos del duque Guillermo IX de Aquitania (1071-1126), el primero de los trovadores de nombre conocido y, por lo mismo, la figura a la que se considera el punto de partida del movimiento lírico trovadoresco. En sus orígenes sus representantes utilizaron la lengua propia de su tierra natal, Occitania, como vehículo de expresión poética, aunque el movimiento no tardó en extenderse a otras regiones francesas que en lugar de hablar en occitano lo hacían en francés antiguo. Hablasen o se expresasen en cualquiera de estas dos lenguas, los poemas de todos ellos giraban especialmente en torno al amor. Algunos eran de clase noble, como el duque Guillermo, pero el origen de la mayoría era más humilde, lo que favoreció el que el arte de trovar se convirtiese en su medio de vida, bajo el amparo de quienes pudiesen permitírselo.

Junto a este tipo de artistas surgió otro complementario, el juglar, que no tardaría en convertirse en el principal intérprete de sus creaciones literarias a la vez que musicales. Esto es así porque el arte trovadoresco no se limitaba a la creación de la letra de un poema, sino que la mayor parte de las veces incluía también su melodía. Los juglares, por su vida errante, fueron los principales difusores de la lírica trovadoresca –letra y música–, tanto en las casas nobles como en ambientes menos exquisitos, y al tiempo los principales responsables de la expansión de lo que al principio fue una manifestación artística circunscrita a un área geográfica determinada.

Alcanzó, entre otras partes, a Galicia, que si en el siglo XIII desarrolló un movimiento poético en lengua galaicoportuguesa fue, en parte, gracias a la presencia en la zona de juglares llegados de Francia a través del Camino de Santiago. Donde se dirigían era al lugar en el que se creía reposaban los restos del apóstol Santiago, Compostela, uno de los destinos favoritos de los peregrinos a lo largo de la Edad Media, junto con Jerusalén y Roma.

Al igual que sus colegas franceses, quienes cultivaron la lírica en galaicoportugués lo que componían eran canciones, cantigas de temática sobre todo amorosa dirigidas a la persona objeto de sus cuitas. Entre ellos se cuenta el rey Alfonso el Sabio, que inició su carrera, como la mayoría, con alguna que otra cantiga amorosa, que si no sirvió para consagrarle como poeta sí tuvo el gran valor de familiarizarle con el primer movimiento lírico en lengua romance surgido en sus dominios.

Los tiempos de Alfonso X eran, no obstante, muy otros que los del duque Guillermo de Aquitania, y por entonces la lírica trovadoresca había dado un giro importante al ampliar sus argumentos de tipo amoroso con otros sacros referidos a la Virgen. Lo que se produjo fue algo así como una sublimación poética de la figura femenina que de ser física pasó a ser espiritual, bajo la atenta mirada de la Iglesia, impulsora en el siglo XIII del culto a María. De súbito las apariciones de la Virgen y sus milagros adquirieron carta de naturaleza por doquier, dando lugar al cultivo del género literario de los miracula dedicado a narrar los hechos portentosos atribuidos a su intervención.

Tras los muchos reveses sufridos en el terreno de la política (y también en la vida), el principal interés del rey Alfonso pasó a ser el impulso del conocimiento. Lo primero que hizo fue reforzar la vieja escuela toledana de traductores con otras creadas en ciudades de reciente reconquista, como Sevilla y Murcia, de donde surgieron obras tanto originales como traducidas fruto de la colaboración, iniciada en la vieja escuela toledana, entre intelectuales cristianos, musulmanes y judíos. Obras jurídicas como Las Partidas, históricas como la Crónica General, de ciencia como los Libros del saber de Astronomía o dedicadas a los pasatiempos, como los Libros de ajedrex, dados e tablas, constituyen una muestra significativa, si bien el gran proyecto del monarca serían las Cantigas de Santa María.

Lo que iba a convertirse en una de las aportaciones más importantes al mundo de la cultura en el Medioevo tardío, empezó siendo una colección de cien cantigas dedicadas a la Virgen por iniciativa del rey Alfonso, cuya participación en el proyecto fue antes la de coordinador que la de músico-poeta. Su organización resulta un tanto llamativa, al estar agrupadas por decenas encabezadas por una cantiga de loor a la Virgen de carácter lírico, a la que siguen otras nueve referentes a sus milagros. La materia de estos últimos son narraciones marianas europeas, con predominio de aquellas que proceden de la Península ibérica. Siguiendo un sistema de presentación racional, las cantigas de milagros empiezan por situar el contexto histórico-geográfico del evento; luego viene la narración de la experiencia personal, que se alega como prueba de la intervención divina, la de la Virgen, en los asuntos humanos.

El círculo de responsables de la redacción de las Cantigas debió ser reducido, si bien formado por trovadores gallego-portugueses con la obligada colaboración de expertos en el arte de la escritura musical, al ir escritas mediante un sistema de notación que permite su interpretación rítmica, sin que existan precedentes en este sentido en todo el suelo hispano. La invención de la forma de plasmar por escrito el ritmo musical fue cosa de la escuela parisina de Notre Dame hacia el año 1200, con lo cual tres o cuatro décadas después seguía siendo una novedad casi en todas partes. Ello convierte a las Cantigas de Santa María en una obra de vanguardia de su época, un proyecto al que el rey Alfonso supo darle un definitivo impulso hasta lograr convertirlo en una colección que supera las cuatrocientas piezas. Se recogen en dos “ediciones” manuscritas, una primera de presentación relativamente sencilla y otra de lujo en dos volúmenes, con ilustraciones a toda página; se conservan en la Biblioteca del monasterio de El Escorial, salvo el segundo volumen del “Códice rico” que guarda la Biblioteca nacional de Florencia.

El volumen de El Escorial que recoge las Cantigas alfonsinas al completo resulta de especial relevancia para el musicólogo, por las ilustraciones que acompañan a todas y cada una de las cantigas de loor en las que se representa gran variedad de instrumentos musicales. Aparecen en manos de juglares cuyo porte da entender que son cristianos, aunque los hay que son moros o judíos a modo de fiel reflejo de una corte, y por ende de unas escuelas que fueron crisol de tres culturas.

En qué medida los juglares intervinieron en la interpretación de las Cantigas de Santa María es un punto abierto a debate, al no existir ninguna indicación al respecto en los manuscritos. Lo que es evidente es que su acompañamiento o incluso su versión instrumental resulta de gran atractivo para el oyente, a lo que invita la estructura poético- musical de las Cantigas y en particular las de milagros, que con un número de coplas variable atiende en su práctica totalidad a la forma virelai. Consta musicalmente de un estribillo, de dos mudanzas y una vuelta que repite la melodía del estribillo –así en todas y cada una de las coplas–, a la que de nuevo sigue el estribillo.

Si la forma del virelai está poéticamente emparentada con la del zéjel, la forma estrófica más popular de la lírica andalusí, la música de las cantigas lo está con el repertorio lírico trovadoresco. Así lo prueba el que un significativo número de sus melodías sean adaptaciones de otras que debieron circular por el continente europeo en boca de juglares, que si contribuyeron a su difusión también lo hicieron a su fama. Juglares cuyos instrumentos a la par que aparecen representados en las Cantigas también lo están en los pórticos de las iglesias más relevantes que jalonan el Camino de Santiago, camino de peregrinación a la vez que autopista cultural a lo largo del
Medioevo.

Maricarmen Gómez Muntané