Lamento di Tristano. “Estampida medieval” / Capella de Ministrers
Danzas y música instrumental de la Edad Media
medieval.org
capelladeministrers.es
Licanus "Capella de Ministrers" CDM 0307
2003
1. Minno amor, Cantiga 29 [3:25]
CSM 29
2. Parlamento [3:21]
3. Dansse [2:50]
4. Chominciamento di Gioia [3:37]
5. Septime estampie real [2:06]
6. Istampitta Bellicha [2:53]
7. Rotundellus, Cantiga 105 [4:12]
CSM 105
8. Istampita Isabella [8:27]
9. La Manfredina / La Rotta della Manfredina [3:51]
10. Lai, Cantigas 139/183 [2:48]
CSM 139 ·
CSM 183
11. Seconde estampie real [2:15]
12. Saltarello [2:35]
13. Virelai, Cantiga 173 [3:38]
CSM 173
14. Saltarello [2:28]
15. In pro [5:09]
16. Foia, Cantiga 166 [3:12]
CSM 166
17. Lamento di Tristano / La Rotta [5:42]
18. Istampitta Ghaetta [4:00]
19. Saltarello [2:53]
CAPELLA DE MINISTRERS
Carles Magraner
Carles Magraner — viella, viola, rabel
David Antich — flautas
Efrén López — zanfoña, vihuela, salterio, saz, kanun
Juan Manuel Rubio — zanfoña, ‘ud, arpa
Pau Ballester — percusiones
Disco
grabado por Tabalet Estudis (EGT)
en el Salón Alfons el Magnànim del
Centre Cultural La Beneficència de Valencia
los días 27, 28 y 29 de
septiembre de 2002
Técnicos de sonido y edición: Alfonso Ródenas y Jorge Bastidas
Asesor musical de grabación y edición: David Antich
Fotografías: Samuel Domingo
Diseño y maquetación: Annabel Calatayud
Portada original:
Miniatura del códice "Les très riches heures du Duc de Berry", s. XIII
Texto original: Guillem Miralles
Traducción valenciano/francés: Juli Leal
Traducción inglés: Juan José Calvo
Disco que recoge la música del espectáculo Lamento di Tristano, estrenado en el Teatro Talía de
Valencia
el 1 de Octubre de 2002, interpretado por Capella de Ministrers,
coreografía de Toni Aparisi y proyecciones del Taller Bigas Luna.
Depósito Legal: V-3034-2003
Danzas y música instrumental de la Edad Media: Danzas reales
(del Manuscrito conocido como Le manuscrit du Roi de la segunda mitad del siglo XIII y
que contiene fundamentalmente repertorio de troveros).
Estampidas medievales: Johannes de Grocheo quiso ver dos elementos
en el término estampida: stans y pes con una clara alusión al baile.
Según él la estampida es un sonus illitteratus (sin palabras)... per puncta determinatus
(las melodías de las estampidas). Cantigas de Alfonso X el Sabio.
El
Lamento di Tristano es un baile italiano que proviene de un manuscrito
toscano del siglo XIV, una de las obras instrumentales más antiguas de
la música de la Edad Media. Este mismo manuscrito contiene otras danzas y
obras instrumentales (trotos, saltarellos...) además de las estampidas.
Sobre lo antiguo y lo moderno
Sumido
en una profunda crisis de identidad, el arte del siglo XXI no hace sino
reflejar la situación del hombre moderno, definitivamente cegado por la
razón, perdido en un mundo que él mismo se ha encargado de deconstruir.
Vivimos una época confusa, de constantes paradojas, en la que los
contrarios no sólo se identifican –esto, en realidad, no sería nada
nuevo- sino que también permutan sus valores de tal forma que cada uno
representa justamente lo opuesto a lo que debería en función de su
inherente carácter, de su "ethos". Lo moderno se convierte en antiguo. Y
lo antiguo, por el contrario, en moderno. Este curioso baile es
perceptible en muy distintos órdenes de la realidad. La política, si se
dan cuenta, tampoco se ha librado de esta particular "contradanza" y la
derecha tradicional se ha vuelto progresista y la izquierda, por contra,
le ha dado por defender la tradición. Aunque no deja de ser un
auténtico lío, la cosa tiene su gracia. En los procelosos terrenos de la
música culta también sucede algo parecido: mientras la creación
atraviesa por una de las crisis más profundas de su historia –la música
"contemporánea", la de "vanguardia", parece irremisiblemente alejada del
público-, la música "antigua" convoca a la "modernidad".
La
música antigua ha traído nuevos aires al anquilosado panorama de la
llamada música culta; una bocanada de aire fresco que ha conseguido no
sólo sacar a muchos aficionados del profundo sopor en el que se hallaban
sumidos sino también convocar a su alrededor a un público nuevo, joven,
expectante, doblemente conmovido quizá por haber hallado, en el lugar
que menos esperaba, semejante reducto de creatividad y pasión
–peligrosas palabras éstas. Cansado de músicas efímeras, basadas siempre
en corrientes estéticas con fecha de caducidad incorporada, un sector
del público, cada vez más importante, se ha decantado por esa música
antigua que suena tan moderna. Pero esta dicotomía planteada entre lo
antiguo y lo moderno en música es sólo aparente, no responde a la
realidad. El pasado, en música, no existe. En virtud de sus particulares
características, la música sólo conoce el presente; el aquí y ahora.
Los que tuvimos la suerte de presenciar el 1 de octubre de 2002 el estreno de Lamento di Tristano
en el Teatro Talía de Valencia pudimos constatar hasta qué punto es
posible conciliar lo moderno y lo antiguo, o lo antiguo y lo moderno,
que tanto monta, y crear a partir de esta yuxtaposición imposible una
propuesta escénica coherente y sin fisuras. La danza contemporánea, la
música medieval y la proyección videográfica se aliaban para recrear la
leyenda de los amores de Tristán e Isolda; una historia de un amor
inmenso, fatal, que no teme diluirse tras su consumación.
Aunque
no faltaron, producto de una evidente sinergia, momentos de indudable
belleza y gran poder expresivo, la verdadera triunfadora del
espectáculo, por encima de la danza y de la imagen, fue la espléndida
música de la Capella de Ministrers. Dividido en cuatro actos, el Lamento di Tristano
se construyó fundamentalmente sobre una serie de danzas medievales
españolas, francesas e italianas, de los siglos XIII y XIV, que, unidas
bajo la influencia común de la música arábigo-andaluza, aportaron una
sugerente urdimbre sobre la que evolucionaron los demás elementos. De
esa suite trazada con los cuerpos, diseñada en el espacio y el tiempo
como una suma casi infinita de gestos; de las sugerentes imágenes
realizadas por el taller de Bigas Luna, sólo queda la música, el tiempo.
Un conjunto de danzas que procesadas a través de la memoria
recuperaban, transfiguradas, antiguos ecos, viejos sabores. Música
fronteriza, situada en el límite, como los amores de Tristán e Isolda,
que alude a ese territorio mítico que nos recuerda y nos alienta: el
Mare Nostrum. Un continente que genera un espacio de interacción
permanente entre las culturas que lo comparten; un espacio de libertad
que invita a la invención, al embellecimiento, a la metáfora.
Desinhibido
y especialmente creativo, el grupo valenciano cuidó con esmero los
desarrollos de los temas, dando rienda suelta a la improvisación,
exhibiendo una disposición fabuladora siempre exhuberante. Audaz como el
amor; apasionada y volcánica, en ocasiones, profundamente atribulada en
otras, la música de esta nuba instrumental que se incluye en esta
grabación reproduce con fidelidad extrema el espíritu del espectáculo de
aquél primero de octubre; nos sigue remitiendo a ese espacio que ella
misma creó, que no conoce otro código que el de la pasión. En estos
tiempos confusos y oscuros, Lamento di Tristano apela con
su música a un mundo que siempre retorna, a un espacio nada virtual
donde lo otro, lo diferente, es contemplado como una parte esencial de
nosotros mismos.
Guillem Miralles
Dances and instrumental music of the Middle Ages: Royal dances
(from the MS known as Le manuscrit du Roi
of the second half of the XIII century, basically containing trouvére repertoire).
Medieval stampies: Johannes de Grocheo thought there were two elements in the term,
stans and pes, with a clear hint at dancing. In his opinion the stampie is a
sonus illiteratus (i.e. "wordless") per puncta determinatus
(the melodies of the stampies). Cantigas of Alfonso X the Wise, king of Castile.
The Lamento di Tristano
(Tristan's Lament) is an Italian dance found in a Tuscan MS of the XIV
century: one of the oldest musical scores of the Middle Ages; this
selfsame MS contains, in addition to the stampies, other dances,
instrumental pieces like trottos and saltarellos.
Ancient and modern
Sunk
in a deep identity crisis, XXI century art reflects the situation of
modern man, forever blinded by reason, lost in a world that he himself
has painstakingly de-constructed. We live in times of confusion, of
constant paradoxes in which contraries not only identify (nothing new!)
but also transmute their values, in such a way that each and every one
represents the exact opposite of its theoretical function: its ‘ethos’.
Modem turns ancient, ancient becomes modem. This unexpected trade and
barter is clearly to be perceived in many different areas of reality.
Politics, indeed, has undergone this peculiar contredanse and
traditional right-wingers have become progressive, while the left has
taken up the defence of tradition. A real mess, but a funny mess at
that. In the storm-ridden waters of serious, cultivated music something
similar is taking place; while creativity is undergoing one of its most
profound crises in history -contemporary, avant-garde music seems
hopelessly divorced from public taste- ancient music evokes ‘modernity’.
Ancient
music has blown fresh air upon the stagnant panorama of the so-called
‘cultivated’ or serious music, a breath of fresh air indeed that has
awakened many music lovers from the state of drowsiness and prostration
in which they had plummeted. Moreover, ancient music has rallied about
itself a new, young, excited audience, which feels doubly excited,
perhaps because it has found, in the least thought-of place, a redoubt
of creativity and passion -dangerous words. Weary of music which was
always based upon aesthetic trends long obsolete, a growing sector of
the public has turned its attention towards ancient music and has found a
music that sounds incredibly up-to-date. And yet, this dichotomy
between ancient and modem is unreal, at least as far as music is
concerned. In music the past does not exist. Due to its own nature,
music only knows the present, the hic et nunc.
Those of us who were fortunate enough to be present on the first of October 2002 at the première of the Lamento di Tristano
in the Valencian Teatro Talía were able to witness how ancient and
modern can meet, how a coherent and flawless stage proposal can be
shaped with daring juxtaposition. Contemporary dance, medieval music and
video projection were all joined to recreate the legend of Tristan's
and Isolde's love: a story of immense, fatal love, a love that is not
afraid of vanishing into thin air once fulfilled.
As a result
of true synergy there were moments of authentic beauty and of great
expressive force; but, surpassing dance and image, the absolute triumph
corresponded to the music, the splendid music of the Capella de
Ministrers. Divided into four acts, the Lamento di Tristano
was construed upon a series of medieval Spanish, French and Italian
dances from the XIII and XIV centuries, all closely accommodated under
the influential umbrella of Arabo-Andalusian music that provided the
necessary grid to sustain all the other elements in the show. Of the
suite of all the bodies that appeared, of the space and time as an
almost never-ending addition of gestures, of the suggestive imagery
proposed by Bigas Luna's workshop, only music and time remains. A series
of dances that memory processes as transfigured, ancient echoes and
vintage flavours. Frontier music, placed on the borderline, indeed, as
were the loves of Tristan and Isolde, a music that evokes a mythical
territory that lies within our remembrance and enlivens us all: the Mare
Nostrum. A continent that produces a space for permanent interaction
among the cultures that partake its limits; a space for freedom that
invites invention, embellishment and metaphor.
Uninhibited and
especially creative, the Valencian ensemble was particularly exquisite
with the development of the various themes and gave free rein to
improvisation with their luscious capacity to fabulate. Daring as love
is daring, passionate, fiery, sometimes, sometimes, deeply distressed,
the music of the instrumental nuba included in the present recording
reproduces, with extreme faithfulness, the spirit of that performance we
experimented on the first of October and still recalls the space that
it was capable of conjuring up and which ignores any other code but
passion. In these dark and confused times, the music of the Lamento di Tristano
represents a world that is ever returning, a space that has nothing
virtual about it, a space where the other one, the different one, is
considered an essential part of ourselves.
Guillem Miralles